“Amor y veneno en la ciudad de los jardines” Criaturas celestiales (Heavenly Creatures, 1994) Por María Cabrera
Siendo el año 2023, habiendo visto el desarrollo que tomaría su carrera, no es de extrañarse el por qué Peter Jackson se sintió atraído al caso Parker-Hulme, y quiso llevarlo a la gran pantalla.
Con las fantásticas (y me refiero a todos los significados que la RAE le atribuye a la palabra: quimérico, fingido, que no tiene realidad y consiste solo en la imaginación. Perteneciente o relativo a la fantasía. Presuntuoso y entonado. Magnífico, excelente.) Mal gusto (Bad Taste, 1987) y Muertos de miedo (Dead Alive, 1992) bajo su cinturón, y con el diario que dejó Pauline Yvonne Parker como evidencia y fuente de gran parte del guion, este era el movimiento perfecto para Jackson. Podría hacer gala de su incomparable comprensión de universos fantásticos y tirar su sobrero a la arena de directores prestigiosos, todo en un solo movimiento.
De hecho, fue una jugada maestra, la película fue nominada a más de 20 premios, de los cuales ganó 17, incluido el “León de plata” en el festival de cine de Venecia del año 1994. Sin dudas un movimiento de carrera como este fue uno de los motivos que le aseguro la dirección su obra más celebrada, solo 7 años después, “El señor de los anillos”.
Fran Walsh y Peter Jackson escribieron el guion de Criaturas celestiales (Heavenly Creatures, 1994), y mi corazón se llena de pavor cuando un hombre cis heterosexual, se toma para sí la difícil tarea de escribir sobre dos niñas adolescentes de la comunidad queer y con claros trastornos de personalidad. De todos modos, Jackson, siendo neozelandés, debe haber sentido una gran afinidad por la historia, por la repercusión que tuvo en su país, y por la posibilidad de dejar volar su imaginación y su arte.
En junio de 1954, Pauline Yvonne Parker y Juliet Hulme, asesinaron a la madre de Parker, Honorah Rieper, en un parque de Christchurch, Nueva Zelanda. Las chicas, que en ese momento solo tenían dieciséis años, habían conspirado para asesinar a Rieper, después de que quedó claro que los padres de la pareja planeaban separarlos; Hulme, cuyos padres británicos estaban a punto de divorciarse, iba a ser enviada a vivir con un pariente en Sudáfrica y Parker, estaba desesperada por irse con ella. Cuando Parker y Hulme supieron que su vínculo podía terminar a través de una separación, las chicas, convencidas de que la madre de Parker era la conspiradora detrás de su inminente ruptura, golpearon a Rieper en la cabeza repetidamente con un ladrillo.
Trabajando con los diarios de Parker, que detallaban la relación obsesiva de las chicas, Jackson (junto con su compañera de escritura, Fran Walsh) se dispuso a examinar cómo una relación intensa condujo a eventos tan desastrosos. Protagonizada por Melanie Lynskey como Pauline y Kate Winslet como Juliet (ambas actrices debutaron en el cine en este filme), “Criaturas celestiales” es rica en tensión y espectáculo visual, la película examina los mundos internos e imaginarios de Parker y Hulme e intenta identificar la naturaleza de su relación.
«La próxima vez que escriba en este diario, mamá estará muerta», escribió Pauline Parker, «Qué extraño, pero qué agradable». Cumpliendo esa promesa, Pauline y Juliet, salieron de excursión con Honora Parker, la madre de Pauline, y la mataron a golpes con un ladrillo metido en una media. Justo antes de este fatídico paseo por el bosque, el trío se había detenido para disfrutar del té.
Al igual que Leopold y Loeb, sus homólogos estadounidenses, Pauline y Juliet escandalizaron a sus compatriotas de una manera que aún no ha sido olvidada. Eran engreídamente superiores; estaban atrapados en las garras de la pasión ilícita; fueron capaces de asesinar a un pariente inocente sin una buena razón. Además de esto, rompieron tabúes más serios. Eran colegialas gentiles que se enamoraron y, estimuladas por ese amor, cometieron un crimen terminalmente impropio de una dama.
«Criaturas celestiales» es el esfuerzo de Peter Jackson por explorar ese universo, desplegando los sueños de colegialas asesinas en un torbellino de imaginación vertiginosa y absorbente. Al igual que Asesinos por naturaleza (Natural Born Killers, 1995) de Oliver Stone, se adentra en un mundo insular y volátil de adolescencia rica en hormonas y captura el aterrador desapego de la realidad de sus personajes. En consonancia con los pensamientos de sus heroínas sobre jardines secretos y mariposas gigantes, la película de Jackson es prácticamente incruenta y parece quisquillosamente benigna.
El director, le da a Criaturas celestiales una extravagancia visual que iguala la emoción de sus personajes. Estructurado como un relato cronológico de la creciente relación de las protagonistas, intercala vuelos de imaginación cada vez más salvajes en su historia. Jackson se mueve a través de cada una de estas fases con audacia e imaginación. Su cámara sigue a sus amantes mientras corren sin aliento por el bosque antes de colapsar en los brazos de la otra al final del día, agotadas por los esfuerzos de su vínculo especial.
Para su crédito, Jackson no despliega este romance como un enamoramiento femenino que se vuelve loco, ni lo encasilla simplemente como «lesbiano». Estas chicas están enamoradas y, claramente, él les perdona su compromiso completo y desprevenido de la una para con la otra. El espectador puede salir de la película con la impresión de que el suyo es un gran romance que, desafortunadamente, otres no estaban preparados para manejar. Tal vez, si el mundo fuera más ilustrado, más flexible, las cosas no resultarían tan espantosas como lo son.
Se han hecho cientos, quizás miles de películas sobre compañeras y su vínculo único, pero no puedo pensar en otra de la década de 1990 en la que se aborde el tema de manera más franca o abierta. Aunque el tema de la película es sensacionalista en extremo, el estilo de Jackson es poético, plantea la cuestión de si existe un amor más puro o gratificante que esta unión de almas entre personas del mismo sexo. Debido a que su amor termina en asesinato, al menos se da a entender que el romance está contaminado de alguna manera. ¿La culpa es de las chicas o de la moralidad estrecha de la época? Afortunadamente, esta película poderosa y evocadora deja la pregunta abierta.
El amor de Jackson por la fantasía y los efectos especiales que empujan los límites se encuentran en esta obra cuando la tierra imaginada de Pauline y Juliet, “El cuarto mundo”, cobra vida con colores majestuosos y extrañas figuras de arcilla, tanto dóciles como horribles. Esta es una película que se preocupa por el punto de vista de sus sujetos y nos deja adentrarnos en su mirada del mundo. La película comienza y termina con sangre, pero hay tantos momentos donde la realidad es tan nefasta que es mejor olvidarla. Paul y Juliet se consideran artistas y Jackson manifiesta su visión. Para retratar este vínculo hace uso de sus grandes habilidades para los efectos, desde juegos con las luces y maquetas como había hecho en Muertos de miedo y haría en la trilogía El señor de los anillos, hasta personajes completamente hechos de arcilla que bailan y actúan tanto hipnóticamente como alarmantemente.
Si la película fue o no una buena representación de la experiencia queer también se puede debatir extensamente, aunque creo que se necesitaría una persona completamente básica para leer esto como un examen artístico de cómo lo queer es peligroso, incluso si los dos únicos queer los personajes expresan sus emociones de manera violenta. En cambio, la película sirve como una especie de celebración de cómo lo queer requiere que uno cree su propio mundo para hacer frente al que le rodea, y cómo eso puede resultar en un desplazamiento emocional del que puede ser difícil recuperarse.
Pero si la escena de amor se puede contar como una representación relativamente positiva del lesbianismo, el resto de la película tiende a hacer que el amor entre las chicas parezca psicótico. Gran parte de esto se deriva del contexto de la década de 1950 cuando se desarrolla la historia. Todes les adultes ven la homosexualidad como una desviación, ya que todavía se clasificaba como una enfermedad mental en ese momento. El disgusto y la repugnancia expresados por el Dr. Hulme y la Sra. Rieper sobre la homosexualidad son probablemente representativos de las formas en que la mayoría de les padres habrían reaccionado en 1954 si se enfrentaran a la posibilidad de que sus hijas fueran lesbianas.
Entonces, ¿qué es “Criaturas celestiales”? Es una valiente película, que se atrevió a mostrar el amor de dos jóvenes mujeres sin juzgamientos propios, más de los que había en la época del crimen. Es un análisis sobre cómo un mundo de fantasía es a veces la única salvación para quienes quedamos a los márgenes de la sociedad, y es a la vez, una completa omisión de la salud mental de nuestras protagonistas. Si bien la fantasía puede sentirse como el único refugio, guardianes obtusos y poco amorosos, una sociedad moralista y un director que se presenta ajeno al dolor y la soledad de los problemas de la salud mental, nos pueden hacer creer que esté era el único final posible para la historia.
Yo elijo mi propia fantasía, donde las protagonistas reciben el amor, y el tratamiento que necesitan, y pueden salir y entrar de la fantasía a voluntad. Porqué necesito saber que el ser queer o tener problemas de salud mental, no es una cadena de muerte. Quizás en los 90, si lo era.