El caballero de la noche: En el batifondo del caos el Joker que nos sigue volando la peluca por Mariana Dimant
Año 2008, el INCAA y un Batman más realista
En una nota de Mariano Kairúz de la revista El amante cine, puede leerse: “Y ojalá que desde el INCAA comiencen a pensarse e instrumentarse – como se prometió – más y mejores medidas para sostener e impulsar, dos de los valores típicos de la política cultural como son el acceso y la diversidad”. La oración es del año 2008, introduciendo una crítica a la película de Christopher Nolan; y leída hoy, la frase aún marcaba una esperanza frente a las estrategias del Instituto de cine. Hoy, junio del 2024, la esperanza ni siquiera tiene un superhéroe, un héroe o un líder que pueda aparecer desde las sombras a sembrar una ilusión.
Realidad actual aparte, hablando de tanques y superhéroes, la misma nota continúa diciendo que a pesar del absolutismo de su lanzamiento -que utiliza a los medios como “comparsa”-, en el film del director, aparece un aprendizaje expansivo notable. La primera secuencia del asalto al banco remite en estilo a una parte de Fuego contra fuego (Heat, 1995) de Michael Mann y también la escena del interrogatorio al Joker en la comisaria de Gótica, recuerda al mismo film. El crítico agrega que, en el final, hay una alusión a “Un tiro en la noche” de John Ford. Es decir, Nolan no se anda con chiquitas.
Un film tanque refiere a un presupuesto gigante, actores de renombre y costosos, y si es una película de superhéroes, esperamos que sea masiva y entretenida. Lo destacable de El caballero de la noche (The Dark Knigh, 2010) es que también es inteligente, y una de esas claves es que puede dialogar con su historia, desde los cómics en los que se basa, y con otras películas que le dan marco y relevancia. El Batman de Nolan, consigue una pequeña proeza: ser una película extensa, veloz, con espesor realista, y que se presta a una lectura política, sociológica y psicológica.
Algunos Batman previos
La historieta data de 1939 publicada por DC, -que significa Detective comic-, es decir, no casualmente Batman es un detective. El primer salto significativo del comic a las pantallas hogareñas, se da en 1966 cuando se realiza en formato serie y con una paleta multicolorida, para promover que los estadounidenses compren su tevé a color. Nuestro superhéroe es un personaje hijo de la cultura pop. El tono es familiar, gracioso, camp y con un cliffhanger (final en suspenso) en cada capítulo, donde Batman y Robin son atrapados por el villano de turno.
La serie tuvo su versión en cine, igualmente naive, caricaturesca y fresca. Hubo una película con todos los villanos juntos, pero poco más de una década después, la liviandad fue historia. A partir de los cómics de Frank Miller, Gótica adquirió las características de una ciudad lúgubre y distópica. Sobre las películas de Tim Burton de 1989 y 1992, en el podcast “Desde la baticueva”, rememoran que el tono era surrealista y sombrío. Batman/Bruce Wayne es un ser conflictivo, con complejos neuróticos, marcados por su trauma infantil, al haber sido testigo del asesinato de sus padres.
La Trilogía que aún nos interpela
Afirman en el mismo podcast, que en los años 2000 hubo un resurgimiento del cine de superhéroes; entonces la Trilogía que realiza Nolan es tributaria en parte de estos films. Especialmente, se destaca el agregado de aspectos realistas – visibles en el desarrollo del estilo autoral del director-, influidas por la compleja época socioeconómica imperante en EE. UU en particular. El primer film, que es Batman inicia (Batman Begins, 2005) se centra en los orígenes del superhéroe, atravesando otro trauma de iniciación: con su caída en una cueva llena de murciélagos, viéndose desafiado a superar el miedo, Wayne se empapa de su esencia. Así describe el presentador Luciano Banchero desde el podcast “Alfred Pennyworth” esta especie de terapia de “exposición” le sirve como intento de elaboración para identificarse con el animal y convertirse en su representación humana. Apoyándose en la creencia que los criminales son cobardes y supersticiosos, siendo un hombre disfrazado del mamífero volador, se volverá aterrador. Podemos interpretar que, en vías de superar su orfandad, Bruce elige la “terapia alternativa” de combatir el crimen, convirtiéndose él mismo en el vengador oscuro, transformando en activo, el drama trágico que vivió pasivamente en su niñez. La primera parte culmina sabiamente con la muestra de la carta del comodín, señal para los espectadores de la supuesta aparición futura del supervillano. Mucha de la crítica en el momento del estreno -y aún sigue sosteniéndose-, fue que El caballero de la noche (a partir de acá ECDLN) cambió la forma de realizar películas de superhéroes. En una nota de la revista “La cosa”, del año pasado, con el título de “ECDLN: su influencia y legado”, se nombran ciertos vientos de cambio del film, que sirvieron como elementos tomados a futuro por el cine, para llegar a un público masivo y variado: por ejemplo, desde el género, sumando una visión de thriller neo noir donde la ciudad, sus héroes y sus villanos, son más oscuros, y complejos. Notamos que la paleta de colores se tornó azul cobalto, para enfatizar la nocturnidad, y se salió de estudios para filmar en Chicago, mostrando una ciudad más real.
Según el trabajo “El mundo ficcional y real en el Batman de Nolan”, de M.Levas y R.Fainstein, tanto el trabajo estético como narrativo, consigue mostrar a Gótica con distintos niveles de representación ética y moral; está capturada por la mafia, la policía corrupta, y el crimen organizado. Sus historias se entrelazan y son provocadas por un caos imperante que pareciera transformarse en un mal endémico de la ciudad, como una verdadera tragedia griega. Sumado a lo anterior, se agregan un par de antagonistas capaces de poner en jaque la moral del justiciero encapotado. En palabras de su director: “ECDLN siempre fue un drama criminal y tiende a estar definida por el villano. El Joker es un terrorista, un agente del caos desatado”.
Entonces, otro de los puntos fuertes del film es el tratamiento de la relación héroe-villano. Sabemos que no hay héroe sin villano y viceversa. Aquí nos encontramos con relaciones de complementariedad entre ellos, y la propia ciudad funciona como un personaje más, agregando complejidad a la trama.
“Hay hombres que sólo quieren ver al mundo arder”
Para explicar este enriquecimiento, nos detendremos en algunas características del personaje del Joker, villano principal de esta entrega. Una de sus primeras frases es: “Lo que no te mata, te hace más…extraño”, lo cual es comprobable viendo su vestimenta, maquillaje y conducta. Con un traje de colores fuertes y contrastantes, desgreñado y encorvado, y con la cara cubierta de pintura blanca despareja -enfatizando sus cicatrices-, se lleva dinero del robo al banco para apilarlo en una montaña, usarla de tobogán, para luego quemarla. Su auto definición como “agente del caos” es precisa y contundente: La anarquía reinante en la ciudad está representada en la figura del Joker como un motor de pura acción; es el antagonista de Batman y a su vez, el cuestionador del orden establecido a través de un estilo del “caos por el caos”.
En la escalada de violencia vivida en Gótica, su presencia hace temblar los valores morales de su némesis y enemigo encapotado, -tratando de demostrar una de sus tesis: que es fácil introducir la corrupción y la maldad en la gente. Acusándolo de encubrir su verdadera identidad y diciendo que los dos finalmente actúan fuera de la ley, intenta quebrar su incorruptibilidad. En un artículo de “Time” del año 2009 llamado “ECDLN y la maldad del mal”, A. Clockworth define al Joker como una personalidad cruel, manipuladora y especialmente cínica. Sus cicatrices son indicadoras de que algo normal (su cara) fue pervertido y convertido en signo del mal.
En la película cuenta, por lo menos, dos versiones del origen de sus marcas, lo que refuerza la raíz deformada, mentirosa o delirante de las historias. Otra característica que destaca el autor es que sus actos parten de una excitación brutal primitiva y se manifiestan en una euforia extrema, sostenida por un descontrol “calculado”. A la diversión por matar, destruir y hacer explotar cosas, se suma su aspecto de “científico social” desarrollado a través de experimentos sociales con los habitantes de la ciudad: darle a elegir a Batman a quien va a salvar entre Rachel o Harvey Dent, el atentado en los trasbordadores). No son delirios desordenados e injustificados. Son el juego de un loco racional. Si se presta atención, todos sus actos de terrorismo están pautados con detalle, planificación e inteligencia. No hay caos ni desorden en ellos. Hay una capacidad racional implacable para su producción. También es presa de un delirio de grandeza, lo cual lo lleva a despreciar a todos por creerse superior, gracias a su egolatría desmedida.
Acercamiento hacia una posible justificación del discurso del Joker
En la sociedad posmoderna, al neurótico común no le alcanzan sus protestas para hacer ver o hacer valer su frustración. Para ser visibilizado le hace falta ser un psicótico, por ejemplo, como el Joker, para exteriorizar su furia a través de performances criminales (atentados con armas que matan a decenas, fundamentalistas religiosos, etc.). A través de ellas, el” loco” siente que se autorrealiza. Asi describen J. Morales y Ruiz Cayena al villano en su artículo “Una mirada sociológica hacia el Batman de Christopher Nolan”.
Su hipótesis es que donde más podemos notar cierta consonancia con algunas de nuestras creencias, es en la filosofía discursiva del personaje: en general, al ser un cuestionador del orden moral establecido y en particular, porque siembra dudas sobre la heroicidad burguesa y bien intencionada de Batman, Gordon, Harvey Dent y demás agentes del orden. La afirmación respecto a que todo individuo es susceptible de ser corrompido por la sociedad, ya que ésta es decadente ¿podemos estar en desacuerdo?
Considera a los policías, criminales, la mafia y algunos civiles como egoístas y movidos por interés. Este discurso crítico del Joker, -escritas en el guion y dichas literalmente en el film-, posiblemente estén enfocadas a motivar a la audiencia hacia la reflexión. El planteo se resume en que la sociedad va rumbo a su propia destrucción y sus instituciones son mayormente ilegítimas.
Tenemos un antidiscurso o un discurso que es la negación del hegemónico. Hay un magnetismo en sus frases representado por el atropello a lo convencional, al enfrentamiento de las formas canónicas de vida y pensamiento. Podemos ver en él un quejido presente en toda sociedad posmoderna, una especie de antihéroe, portavoz de una frustración generalizada, de sociedades sometidas a gobiernos corruptos e instituciones disfuncionales.
“Yo estoy al derecho, dado vuelta estás vos”, esta frase de la canción de Sumo podría ilustrar una de las últimas escenas del film, donde nos damos cuenta fehacientemente que el Joker no tiene miedo. Tampoco quiere matar a Batman, y el lazo simbiótico se trasparenta cuando sabemos que ninguno va a matar al otro porque se necesitan: El hombre murciélago lo tiene colgado de una batisoga, luego de arrojarlo hacia el vacío y arrepentirse de dejarlo morir. El Joker le dice: “Tú no tienes las agallas para dejarme caer. En realidad, no vas a matarme… y yo tampoco porque eres divertido. Nuestro destino es hacer esto eternamente…podríamos compartir el manicomio porque subirá al doble la cantidad de ciudadanos que perderán la cabeza”. Un dato curioso: Mientras dice estas palabras, la cámara gira y de estar filmando al villano colgando cabeza abajo, termina ella dada vuelta, mostrándolo derecho. Pensemos en su significado.
Su exótica personalidad, sus ingeniosos trucos, sus planes macabros e inigualables, hicieron surgir un culto a la figura del Joker de esta película. El estreno sumó otro componente de penumbra: el fallecimiento del actor Heath Ledger poco tiempo antes. Existe la creencia que este infortunado hecho agregó consternación y una empatía extra a su magnífica interpretación, que le valió un Oscar póstumo. Podemos afirmar que El caballero de la noche hizo de ese “background macabro, un mito dark del nuevo milenio”, en palabras de Gustavo Noriega. Y también, representar la oscuridad del mundo con una película a su altura. Y sin querer éste se pareció demasiado a Ciudad Gótica.