
”El festival del cine” Por Martín Vivas
El festival del cine
Por Martín Vivas
Una tarde que parece veraniega, apenas estamos a fines de octubre, y es inusual que haga semejante calor. Algo más de tres horas disponibles en el Microcentro porteño, en un día y horario en el que regularmente estoy en otro lugar y realizando otros quehaceceres. Y un objetivo excepcional: mirar una película en alguna sala capitalina.
El recorrido comienza por el Multiplex Monumental Lavalle. Pero la cartelera, similar en este tipo de complejos, me aleja. La misma se encuentra plagada de estrenos irrelevantes y me sorprende que exista una nueva entrega de la saga Jeepers Creepers, situación que confirma el fenómeno vigente de exprimir las historias, hasta su último jugo, con precuelas y secuelas.
La próxima parada la hago en las afueras donde funcionó el cine Arteplex, luego conocido como Bama, en la cuadra peatonal de Diagonal Norte, a pasos del Obelisco. Un afiche anuncia la pronta reinauguración del ahora llamado Cine Arte. Una tarea pendiente es ver algún film en esa sala, lo que constituiría una especie de acto de gratitud cinéfila, ya que en tiempos en los que el cine tenía abierta sus puertas pasaba delante de aquellas y tomaba nota mental de los estrenos, que luego pirateaba y veía al regresar a casa.
Finalmente, el itinerario culmina en un destino prenunciado. El cine Lorca, uno de los emblemáticos de Capital, es un sobreviviente. Ha sabido conjugar astutamente estrenos de gran convocatoria como Pantera Negra: Wakanda por Siempre (Black Panther: Wakanda Forever, 2022) dirigida por Ryan Coogler, con films mucho más pequeños como Nosotras (Deux, 2019) de Filippo Meneghetti. A ver ésta última ingreso aquella tarde sofocante en la ciudad.
Cuento los asientos ocupados y somos sólo tres personas. Un espectador delante de mí, y otro detrás. En una sala casi vacía, la preferencia es la de sentarse bien lejos uno del otro. Es que puede llegar a considerarse un insulto que con tantas butacas vacías venga uno y se te siente al lado. Recuerdo que en el Lorca tuve el placer de ver mi primer largometraje en un Bafici. Algo que debería ser un grato recuerdo se transformó en una anécdota de la ineficiencia de la organización del Festival: la proyección no se pudo ver con los subtítulos en español, sólo con los ingleses. La mayoría del público se retiró compensado con alguna entrada para otra película.
Tampoco ésta sala se parece a la del Teatro de Quilmes, donde funciona un espacio Incaa. Y no me refiero a las condiciones de cada una, sino a la cantidad de espectadores que en aquel momento asistieron a ver Argentina, 1985 (2022) de Santiago Mitre. En dicha oportunidad el lugar se encontraba repleto. Las entradas habían sido entregadas un día antes. No es habitual ir a retirar tickets un domingo a las 14 horas y hacer una fila que rodee la manzana, pero se trataba de un evento atípico, la convocatoria y la problemática sobre su exhibición contribuyeron con esta anomalía.
Comparada con aquella sala, la del Lorca se encuentra desierta, pero hay un film proyectándose. Nosotras es una historia pequeña que abarca una gran cantidad de temáticas: el amor, la familia, la construcción y deconstrucción de imágenes estáticas de las relaciones, la negación, la imposibilidad de disfrutar de una sexualidad y de una vida en plenitud, entre otras. Hay otro film maravilloso que puede conectarse a éste, y que misteriosamente se encuentra en el catálogo de Netflix. Me refiero a Las herederas (2018) de Marcelo Martinessi. Un film paraguayo que encara el mismo asunto pero desde otra mirada.
La película termina y debemos abandonar el recinto, el ambiente climatizado se troca por uno agobiante. Recorro el camino de vuelta reflexionando sobre el film que acabo de ver y celebrando este festival del cine, artesanal y anárquico, al que hace algunos años vengo asistiendo con gran placer.