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El sustituto: la pelota cayendo por la escalera continua asustando

 Por Claudio Marcelo Mion

 1980 fue un año muy particular para el cine de terror. Para el cine en general ya que en el mismo año se estrenaron entre otras El resplandor (Stanley Kubrick), La niebla (The Fog), Maníaco (Maniac), Inferno (Dario Argento), Holocausto caníbal (Cannibal Holocaust) y Martes 13 (Friday the 13th). Se produce un quiebre en los temas y formas de hacer un cine que en los 70 tuvieron un peldaño altísimo en la producción de films como El exorcista (The Exorcist, 1973), El loco de la motosierra (The Texas Chain Saw Massacre, 1974), Tiburón (Steven Spielberg, 1975), Carrie (Brian De Palma, 1976), La profecía (The Omen, 1976), Halloween (John Carpenter, 1978) y Alien: El octavo pasajero (Alien 1979), que se convertirían en clásicos indiscutibles. 

El cambio de década fue especialmente abundante en secuelas, remakes, terror con tono de comedia e inicio de nuevas sagas que se convertirían en éxitos masivos en boletería, aunque no tanto de crítica, con sus excepciones. El slasher, que en los 70 nos trajo a Leatherface y a Michael Myers como las principales figuras a temer, va ser uno de los géneros más prolíficos, con la mencionada Martes 13 y el temible Jason Vorhees y todas sus secuelas (8 en esta década) y la irrupción de Fredy Krueger en Pesadilla en lo profundo de la noche (Wes Craven, 1984) como uno de los villanos más perdurables de la historia del cine.

1980 es también el año de El sustituto, traducción literal de su título original The Changeling, pero conocida en México como El intermediario del diablo y en España como Al final de la escalera) dirigida por el húngaro Peter Medak y estrenada comercialmente en Canadá y Estados Unidos el 28 de marzo. Rodada en Vancouver, Toronto, New York y Washington, refiere a una época en la cual el estado canadiense alentaba la realización de películas de genero para insertarse en el mercado norteamericano. Este incentivo permitió a directores como David Cronenberg tener mayores presupuestos que en sus primeras obras para filmar películas como Cromosoma 3 (The Brood, 1979), Scanners: los amos de la muerte (Scanners, 1981) y Cuerpos invadidos (Videodrome, 1983). En los títulos iniciales aparecen por primera vez los míticos nombres de Andrew Vagna y Mario Kassar, quienes más tarde serían los responsables de títulos como Rambo y sus secuelas, El vengador del Futuro (Total Recall, 1990), Terminator 2: el juicio final (Terminato 2, 1992) y Bajos Instintos (Basic Instinc, 1992).

La película retoma un subgénero muy difundido en el cine como es el de las casas embrujadas, con un puñado de clásicos. Tenemos a El mandato de otro mundo (The Uninvited, 1944), protagonizada por Ray Milland, Posesión satánica (The Innocents, 1961), donde Deborah Kerr se enfrenta a la icónica historia de fantasmas de Henry James, The Turn of the Screw; y está La casa embrujada (The Haunting, 1963), dirigida por Robert Wise, la adaptación perfecta de la historia de la novelista Shirley Jackson de una casa verdaderamente diabólica. 

John Russell (George C. Scott) es un exitoso compositor de música que luego de un terrible accidente en el cual mueren su esposa y su pequeña hija decide mudarse a Seattle para enseñar en la universidad local. Con la ayuda de la trabajadora de la sociedad histórica local Claire Norman (Trish Van Devere, esposa de Scott en la vida real) elige para vivir una casa en la que busca encontrar tranquilidad para componer de nuevo. La mansión es enorme y estuvo abandonada por mas de veinte años. Al poco tiempo Russell empieza experimentar situaciones que lo llevan a preguntarse si realmente está solo en la casa. Ruidos y sonidos extraños apuntan a la presencia de un niño que vivió ahí hace mucho tiempo. Un poco incrédulo al principio, con la ayuda de Claire empieza a investigar que ocurrió realmente. El lugar guarda un terrible secreto en el cual se ve involucrado el senador Carmichael (Melvyn Douglas), hijo del antiguo propietario de la mansión.

Hay algo en el tono que elige Medak que hace de El sustituto una película imprescindible dentro del género. Basada en una historia de Russell Hunter (sobre su experiencia real vivida en una casa de Denver) y con guion de William Gray y Diana Maddox, en ningún momento hace gala de golpes de efecto, gore ni efectos especiales. Con un soberbio trabajo de puesta en escena, el director hace protagonista a la casa donde se desarrolla la mayor parte de la historia.  Eso lo logra con el uso de gran angular que provoca que los ambientes envuelvan al espectador y los travelling subjetivos que funcionan como un personaje más, buscando algo por todos los rincones de la casa. Genera terror con elementos mínimos. Una tecla del piano que se mueve sola. Puertas que se abren y que se cierran solas. La melodía de una caja de música. Golpes en el silencio de la noche. Una silla de ruedas para niños. Un pozo. Una bañera.

Con un trabajo muy logrado en dirección de arte (la mansión fue recreada íntegramente en estudios), fotografía y la música hipnótica del compositor canadiense Rick Wilkins, la película se apoya además en la actuación de Scott. La labor del actor de Dr. Insólito (Dr Strangelove, 1964) y Patton (1970) es notable, y un gran acierto de casting de un actor no acostumbrado a estos roles (unos años después, en 1990, sería el protagonista del El Exorcista III). Sin sobreactuar, lo que sería muy tentador en una película de fantasmas, se luce en una composición muy natural. La imagen del actor se adapta en forma perfecta al contexto del film. Y es el protagonista de las dos escenas que hicieron de El sustituto un clásico: la pelota de su hija que baja sola por las escaleras, imagen parodiada por películas como Una película de miedo (Scary Movie, 2000) y la sesión de espiritismo en la cual una médium garabatea furiosamente mensajes del más allá en un papel y los sonidos que quedaron grabados en una cinta magnetofónica que luego escucha una y otra vez. 

La película aborda el dolor de la perdida y el duelo posterior, y es el mecanismo que permite que fluya por las acciones del protagonista. Y una vez más el director acierta al confrontar su vacío personal y el espacio enorme de la mansión, ese dolor es el que lo conecta con el niño que murió en circunstancias horribles. No es la primera película que trabaja la exploración del duelo a través del terror, es imposible no mencionar Venecia Rojo Shocking (Don’t Look Now, 1973) y más acá en el tiempo la española El Orfanato (Juan Antonio Bayona, 2007) y La casa oscura (The Night House, 2021) en la que también la arquitectura de una casa es el elemento básico para generar miedo.

Un caso raro dentro de la historia del cine es el de Peter Medak. El cineasta nacido en 1937 tiene una filmografía que no pasa de discreta, con pocos títulos como La casa gobernante (The Ruling Class, 1972) con Peter O’Toole, Al filo del abismo (Romeo is Bleeding, 1993) y Especies II (Species II, 1998). Donde sí se ha destacado más es en televisión dirigiendo varios episodios de series como Homicidio: La vida en las calles, The Wire, Dr. House, Breaking Bad y Hannibal.

Son muchas las películas de terror a la actualidad que se han nutrido de El sustituto. Solo por nombrar a algunas tenemos a Poltergeist (1982), El aro (Ringu, 1998), la trilogía de El conjuro y La noche del demonio (Insidious, 2010), Sexto sentido (The Sixth Sense, 1999) y sobre todo Los otros (The Others, 2001), en la cual el español toma íntegramente la escena de la sesión de espiritismo e incluso el jardinero de ambas casas tiene el mismo nombre, el “Sr. Tuttle”. Además de Amenábar directores como Martín Scorsese y Guillermo Del Toro la cuentan entre sus películas de terror favoritas de todos los tiempos.

Hace tiempo que hay intención en el mundo del cine de hacer una nueva versión de El sustituto. El proyecto más cercano estuvo a cargo del desconocido director sueco finlandés Anders Engström y la productora británica Cornerstone Films, que incluso llegó a presentarse en el Marché du Film de Cannes 2020. Por suerte por ahora no se concretó. Y todavía en Hollywood no hay quien se haya animado siquiera a reescribir el guion original. Considerando el resultado artístico de remakes de algunos clásicos como Poltergeist: Juegos diabólicos (Poltergeist, 2015), Déjame entrar (Let me in, 2010), Carrie (Kimberly Pierce, 2013), esperemos que esto nunca suceda.

– Acá pueden ver los textos de todos los alumnos del Laboratorio de Críticas –

LABORATORIO DE TERROR