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Pánico a medianoche: Desparpajo

“Las películas de terror no crean miedos. Los liberan.”

-Wes Craven

Por María Cabrera

Jamie Kennedy se hizo famoso para los amantes del terror en la saga Scream: Vigila quien llama (1996), donde dio vida al genial Randy Meeks. Él es el geek de las películas de género en una época donde estaban muy infravaloradas, y es el personaje sustituto de la audiencia.

En Scream: vigila quien llama, el personaje de Randy jugó un papel muy importante al explicar las «reglas» de las películas de terror que los adolescentes debían seguir para sobrevivir:

1 – Nunca se puede tener sexo.

2 – No se puede beber alcohol o usar drogas.

3 – Nunca, nunca, bajo ninguna circunstancia digas: «Ya vuelvo». Porque no volverás.

Sin intentar corregir a tamaña leyenda del cine, parece evidente que, hasta la década del 2010, un par de reglas más había para sobrevivir a un slasher: 

1 – No ser afrodescendiente: esto es mucho muy importante (Craven corrige en la secuela).

2 – De ser mujer, ninguna de las anteriores y no muestres tus senos.

Wes Craven escribió todas las reglas, pero nunca creyó en ellas, e hizo la misión de su vida romperlas todas. 

Wesley Earl Craven fue director de cine estadounidense considerado, junto a David Cronenberg y John Carpenter,​ uno de los cineastas esenciales para entender el cine de terror actual, las tres “C” del terror. Su debut oficial como director (antes fue director en una película pornográfica con el seudónimo de “Abe Snake”, en la cual también actuó.) fue con la película de terror Pánico a medianoche (The Last House on the Left) de 1972, vagamente inspirada en la película La fuente de la doncella (Jungfrukällan, 1960) dirigida por Ingmar Bergman.​ En la actualidad está considerada una película de culto​ que narra la venganza que un padre y una madre perpetran contra los asesinos de su hija.  

Pánico a medianoche fue una de las películas de terror más importantes de su época. Craven eliminó de manera decisiva todo lo que podría haberse confundido con un significante de género. El producto terminado no tenía monstruos, ni fantasmas, ni menciones de sangre en el título; solo un desfile interminable de violencia y pesadillas de la vida real. No es una película fácil de ver que sin embargo capturó el estado de ánimo del público. Fue lanzada a un mundo tambaleándose por los asesinatos de “la familia Manson”, Vietnam, y Nixon, y dio en el blanco perfectamente. Es seminal en el género y parte de una gran estirpe. Sin “La última casa a la izquierda”, no habría “Masacre de Texas”, ni “Halloween”. 

Muchos directores se dormirían en los laureles después de hacer una película como Pánico a medianoche, pero no Wes Craven. Fueron sus grandes franquicias Pesadilla en lo profundo de la noche (A Nightmare on Elm Street, 1984) y Scream: Vigila quien llama (coescrita con Kevin Williamson) las que le otorgaron su estatus de leyenda. De manera crucial, cada franquicia tenía su villano-héroe terriblemente familiar y reconocible: Freddy Krueger y Ghostface.

Pesadilla en lo profundo de la noche fue -y aun es- un fenómeno. Cambiando el realismo granulado de Pánico a medianoche por algo más llamativo, más empapado de sangre, logró convertirse en el horror definitivo de la década de 1980. Recuperó su presupuesto 20 veces, estableció a New Line como una potencia y transformó a Freddy Krueger en un ícono mundial. Una vez más, las pálidas imitaciones llegaron a raudales, incluidas las propias secuelas de la película. Su importancia es tal para el género, que se encuentra preservada en el American Film Institute

“Pesadilla” comenzó una nueva era de terror para Craven y un cambio significativo en la forma en que lo abordó. Lo más importante, revitalizó el género del slasher sobrenatural, cambiando para siempre el subgénero. Craven arrancó la manta de seguridad de que algo era «solo un sueño», poniendo el tropo de cabeza al presentar a un asesino fantasmal que acecha a sus víctimas en sus pesadillas. El ataque a la mente más inquietante y brutal que el asesino tradicional que simplemente acechaba y mataba. A través de esto, Craven redefinió las posibilidades de lo que podría ser un slasher.

Pero fue Scream: Vigila quien llama la franquicia que se convirtió en un texto clave para la década de 1990, para el cine sobre el cine y las películas de terror “meta”. Falsificó y aplicó pastiches al género en sí mismo, llamando la atención sobre sus propios trucos, guiñando el ojo a sabiendas a los fanáticos. Una vez más, Craven fue un pionero: popularizó este elemento de sofisticación, sentando las bases para una película como, por ejemplo, La cabaña del terror (The Cabin in the Woods, 2012), con guion de Joss Whedon y Drew Goddard. 

Uno de los temas más destacados dentro del trabajo de Craven es el de la idea psicológica del villano. Sus películas tienden a subvertir la idea del villano/héroe que lleva al espectador a creer que es completamente consciente de una situación antes de llevarnos abruptamente en una dirección diferente. Uno de los ejemplos más claros de ello lo podemos ver en su ópera prima como director, donde nuestro antagonista inicial es la banda liderada por “Krug”. Sin embargo, al final de la película, vemos que los padres de Mari Collingwood asumen este papel. Se puede ver a Craven usando el horror para investigar ciertos aspectos de la naturaleza humana. Lo más predominante es la idea de “lucha o huida” y cómo esto puede transformar a alguien en un asesino. Por ejemplo, en La colina de los ojos malditos (The Hills Have Eyes, 1977), nuestra familia protagonista, los Carter, se ve obligada a tomar decisiones extremas para escapar de Papa Júpiter y compañía, con un final que refleja el impacto que las acciones han tenido en las personas. Un poco al estilo de “Violencia diabólica” de Rob Zombie. 

Craven dijo: “Nos acercamos a Pánico a medianoche como una historia que ya existía. Lo vi en la película de Bergman y Bergman lo vio en un libro-cuento en una canción de juglares que había estado en su país durante varios cientos de años. Así que pensamos que aquí hay una gran historia que ha durado siglos, el núcleo básico de la misma”.

La película comienza con las aterradoras líneas “Los eventos que están a punto de presenciar son verídicos, y los nombres y las locaciones fueron cambiadas para proteger a los individuos que aún viven”. 

Hoy después de Fargo (1996), El proyecto Blair Witch (The Blair Witch Project, 1999) El culto siniestro (The Wicker Man, 1973), Aquí vive el horror (The Amityville Horror, 1979), Los extraños (The Strangers, 2008), Contactos del cuarto tipo (The Fourth Kind, 2009), Con el diablo adentro (The Devil Inside, 2012) El cazador de Wolf Creek (Wolf Creek, 2005), etc., el público está más acostumbrado a descreer de este argumento, pero en 1972, la gran mayoría de los espectadores seguramente cayó en la trampa, pues, de hecho, fue la primera película de terror en hacerla. La realidad es que actos de violencia seguramente ocurrían diariamente en Estados Unidos, es el tercer acto que se torna absolutamente increíble.  

Pánico a la medianoche exuda carga sexual, violencia y caos. Este caos es probablemente el elemento más destacable desde el punto de vista de la dirección, que, si bien puede deberse en parte a la inexperiencia de Craven detrás de las cámaras, es algo con lo que contara en su arsenal hasta su última producción. El film trata con temas extremadamente sensibles, y, aun así, tiene sentido del humor e ironía tangibles a lo largo de todo el relato. Por momentos desarticulando el film, pero es una destreza que el director pulirá a lo largo de su carrera culminando con Scream: Vigila quien llama el mejor ejemplo de este caos ordenado. 

De hecho, hay una segunda trama de la película, donde el sheriff y su ayudante intentan llegar al hogar de Mari donde vieron el auto de los malhechores. Todas las escenas que los incluyen son directamente un paso comedia. Desde la música, las caracterizaciones y las situaciones en las que se meten (subirse y caerse de un camión de gallinas, por ejemplo). Esta subtrama puede claramente ser el germen para el accionar policial en Pesadilla en lo profundo de la noche, pero sobre todo en Scream: Vigila quien llama, donde el personaje de Dwight «Dewey» Riley (David Arquette) es quien aporta gran parte de la comedia hasta el tercer acto.

Desde el comienzo del film se nos presenta de forma casi satírica una dicotomía imposible entre “un pequeño pueblo” y la ciudad.  La ciudad está plagada de delincuentes, drogas, sexo y depravación, mientras que el pequeño pueblito presenta una familia al estilo de Hechizada o Mi bella genio, con una estructura familiar sólida, amorosos padres, y hasta una torta en el horno. Estas escenas con sus colores cálidos y su música inocente se le contraponen al espectador directamente con las macabras escenas de la ciudad, donde los colores fríos, la música de suspenso y nuestro grupo de villanos como protagonistas donde todo, desde un simple baño, es sujeto a perversión. 

El puente entre estos dos ridiculizados extremos, son nuestras protagonistas. Mari Collingwood (Sandra Cassel) y su amiga Phyllis Stone (Lucy Grantham), quienes planean ir a la ciudad a un concierto de rock para celebrar el cumpleaños de Mari. Mari es la hija de estos padres amorosos que la esperan con banderines y un pastel para festejar su cumpleaños. Pero es también un individuo, hija de su época, dueña de su sexualidad a pesar de las imposiciones patriarcales, con sus propios intereses como el rock “violento” alejado de la aprobación de sus padres, y con una amistad llena de amor y confianza con la chica a las que sus progenitores no aprueban. 

Es está amistad, esta sensación de sororidad, la que aporta humanidad y realidad a la película. Y son estos personajes los que permiten a Craven separarse de las reglas de los futuros slasher y de lo que vendría en películas de “violación y venganza”. Estas mujeres viven y expresan su sexualidad, van en busca de drogas y así caen en manos de los monstruos. Pero el director no las castiga por eso, permite que ambas siguen siendo hermanas en los momentos donde la desgracia aparece. Siempre intentan salvarse, sosegar y apoyar la una a la otra, tratan de salvarse la vida mutuamente en cada chance que tienen. 

Si bien los engendros que las atacan, tratan de deshumanizarlas explotando su sexualidad, no así el director quien intenta mostrar la menor desnudez posible, y el menor tiempo de abuso viable, pero aun así logra trasmitir el ataque a la humanidad de estas mujeres. De hecho, una de las villanas, es una mujer y no necesariamente en una posición sumisa frente a sus compañeros. Desde sus comienzos, les da entidad a las mujeres en sus películas, rasgo que continuara a lo largo de su filmografía. Tanta importancia e autonomía les da, que el momento más truculento del film, tiene que ver con acciones tomadas por la madre de la protagonista. 

Ejemplos de estas mujeres podemos encontrar, en Pesadilla en lo profundo de la noche y aún más en Scream: Vigila quien llama, donde Sidney Prescott (Neve Campbell), Gale Weathers (Courteney Cox) y Tatum Riley (Rose McGowan) son personajes muy distintos, pero valientes y resueltas, mucho más que los varones de la primera entrega, y a lo largo de las películas Sidney y Gale pasan de odiarse, a respetarse y luego a ser familia. En la última entrega dirigida por el director, de hecho, la prima de la protagonista es revelada como una de las asesinas, viendo en una sola saga, muchísimas mujeres distintas, con arcos completos y alejadas de los estereotipos.

Algo que se puede ver más de una vez a lo largo de la carrera del director, es el ser punta de lanza en un género, o más bien sub-genero. El rape and revenge (violación y venganza) surgió junto al gran momento de ebullición del cine de explotación, durante finales de los años 60 y todos los 70, en cuanto la censura impuesta por el código Hays empezó a diluirse hasta desaparecer. Entonces Hollywood pudo recuperar parte del desparpajo transgresor de los años 30, aunque confinando los contenidos más escandalosos, violentos y lascivos al circuito del bajo presupuesto y la nula intención artística. 

Lo cierto es que la película de Craven es la primera del subgénero en ser filmada en Estados Unidos. Y que el rape revenge no está solamente presente en las películas de terror. American Mary (2012), Sin City: La ciudad del pecado (Sin City, 2005), Hard Candy (2005) y por mucho que le pese a Tarantino Kill Bill, la venganza: Volumen I (Kill Bill: Vol. 1) serían muy diferentes sin la influencia de Pánico a medianoche. Cabe mencionar Perros de paja (Straw Dogs, 1971) que es un año anterior, pero no entra completamente en la categoría por varios motivos.

De hecho, en la actualidad más mujeres están apropiándose del género con películas y visiones tan diferentes como Venganza del más allá (Revenge, 2017) dirigida por Coralie Fargeat, M.F.A. (2017) de Natalia Leite  o The Nightingale (2018) de Jennifer Kent. No son las únicas y, definitivamente, después de Hermosa venganza (Promising Young Woman, 2020) de Emerald Fennell, tampoco serán las últimas. Porque el terror -como sea que se manifieste- siempre fue y será un termómetro social.

Pánico a medianoche, medio siglo después, sigue siendo una experiencia visual inquietante, en parte debido a su tinte amateur. La actuación es en gran medida forzada y la partitura es francamente desconcertante, pasando de ruidos de sintetizadores atonales a tranquilas baladas country sobre angustiosas escenas de violencia y asesinato. La película fue tan impactante que se convirtió en un éxito de boca en boca basado en historias de personas que se desmayaban en el cine. Anunciada con el famoso eslogan «Para evitar el desmayo, sigue repitiendo, ‘Es solo una película, solo una película'». Es una obra histórica del cine de explotación, un reflejo inquietante de la violencia sin sentido (particularmente los asesinatos de la familia Manson) que había coronó la década anterior. La naturaleza gráfica totalmente desorientadora de la película provocó indignación y disgusto. En una entrevista, Craven reflexionó tímidamente: «No creo que tuviéramos idea de lo que habíamos hecho hasta que fuimos al cine y lo vimos». 

El metraje al estilo de un noticiero ha dado lugar a lecturas de Pánico a medianoche como una reacción a la cobertura gráfica de la guerra de Vietnam y un comentario sobre la culpa colectiva de enviar a los niños de Estados Unidos a morir en una tierra extranjera. Pero también puede verse como un comentario sobre las relaciones domésticas, pidiendo a los espectadores que reflexionen sobre cómo protegemos (o controlamos) a nuestres hijes. 

El estilo cinematográfico general de Wes Craven es visualmente similar al de varios cineastas de terror. El uso convencional de ángulos de cámara, la edición para crear sustos y el uso de la iluminación para realzar una escena son evidentes en su trabajo. Sin embargo, su comprensión del género y las convenciones le han permitido utilizarlas a su favor. Esta capacidad de identificar los elementos de terror que esperan los espectadores le permitió a Craven realizar cambios continuos en las expectativas narrativas del género y algo que se puede ver en la gran mayoría de sus películas.

Las técnicas cinematográficas reales son relativamente genéricas y, aunque se usen de manera ligeramente diferente a otras películas de terror, el estilo visual de Craven no es el más destacado. Por lo tanto, está dentro de su narración y el uso de personajes y acciones que ayudan a definir sus películas. Wes Craven escribió muchas de sus películas y por lo tanto esto actúa como su sello personal. Con narraciones que involucran a villanos ingeniosos, la indicación de la convención, la capacidad de usar subgéneros con gran efecto y sus mujeres que no son los personajes simbólicos tontos e histéricos que se ven tan a menudo en el horror. Aunque Craven ha dirigido películas escritas por otros, como Vuelo nocturno (Red Eye, 2005) las películas que eligió para dirigir comparten temas similares a las que ha escrito y, por lo tanto, ayudan a indicar sus preferencias narrativas.

Sus películas se destacan claramente entre las muchas películas de terror que existen y él fue, sin duda, la fuerza creativa detrás de sus películas. Por lo tanto, en relación con la definición de la palabra, es justo decir que Wes Craven es, en efecto, un autor del género.

Ver una película de Wes Craven fue, sobre todo, ver satisfechas y subvertidas tus expectativas. El director trabajó principalmente en el terror, un género impregnado de fórmulas, donde cualquier película que logra el más mínimo progreso es imitada durante años. A lo largo de su carrera, Craven fue uno de los pocos que diseñaron ese tipo de progreso, superando los límites del gusto y la previsibilidad, nunca dejando que su trabajo se asentara y estableciendo repetidamente nuevos puntos de referencia para que los imitadores se esfuercen, década tras década.

Si puede juzgar la influencia de un cineasta por la cantidad de imitadores que inspira, entonces Wes Craven debe ser visto como uno de los más influyentes.

Tres veces cambió de opinión sobre lo que deberían ser las películas de terror, y tres veces nos inundaron rápidamente con todo tipo de imitaciones poco fiables. En última instancia, no fue diferente de todos los grandes directores, es decir, imperfecto. A lo largo de su carrera, creó un puñado de obras maestras que cambiaron el juego, junto con muchos fracasos de taquilla y películas de terror de clase B. Habiendo desmantelado los tropos, clichés e inevitabilidades de la película de terror al menos tres veces, Wes Craven evitó la convencionalidad y vio la película de terror como un medio repleto de material original sin explotar y el potencial para comentarios sociales y culturales.

El horror, ese bastardo engendro del cine civilizado y espejo deformado de nuestras costumbres sociales, tiene mucho que enseñar sobre la sociedad contemporánea si el público en general tuviera el estómago para ello. Cómo diría Billy Loomis: “No culpes a las películas. Las películas no crean psicópatas. ¡Las películas hacen que los psicópatas sean más creativos!». Y quién podría acusar a Wes Craven de ser poco creativo.

– Acá pueden ver los textos de todos los alumnos del Laboratorio de Críticas –

LABORATORIO DE TERROR