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Carnaval del terror: Todo el terror es carnaval

Por Matías Carricart

¿Cuántos géneros han existido desde los comienzos de la historia del cine hasta la actualidad? ¿Cuántos de ellos reciben el reconocimiento que merecen? Muy pocos. Uno de ellos es el terror. Subestimado por los premios y por los festivales, son películas que no tuvieron un gran presupuesto, pero que fueron redituables tanto a nivel taquilla como a nivel crítica. Desde aquellas cintas de cine mudo como El gabinete del Dr. Caligari (Das Cabinet des Dr. Caligari, 1920) y La brujería a través de los tiempos (Häxan, 1922) hasta los grandes de los últimos tiempos como La Bruja (The Witch, 2015), ¡Huye! (Get Out, 2017) y El legado del diablo (Hereditary, 2018).

En 1981, Estados Unidos vivía nuevos tiempos. Todavía estaba conmocionado por la guerra de Vietnam, mientras que el actor Ronald Reagan asumió en la presidencia. El terror era el encargado de disfrazar los horrores de la guerra a través de metáforas en películas como La noche de los muertos vivos (Night of the Living Dead, 1968). Ese mismo año, se estaba viviendo la explotación de un subgénero que había aparecido hacía pocos años: el slasher. Se estrenaron las secuelas Halloween II (1981), Martes 13: 2° parte (Friday the 13th Part 2, 1981) y comenzaron otras sagas como Noche de graduación (Prom Night, 1981) y Aniversario de sangre (My Bloody Valentine, 1981). 

También se estrenó una película de un director del que se estaba pendiente de lo que hacía: Carnaval del terror (The Funhouse, 1981) de Tobe Hooper. Nacido en Austin, en 1974 dirigió una de las películas de terror más grandes de todos los tiempos: El loco de la motosierra (The Texas Chain Saw Massacre, 1974). Con un presupuesto de solo 30 mil dólares, narraba la historia de un grupo de jóvenes que llegaba a la casa de una familia disfuncional. Fue todo un éxito: recaudó más de 30 millones de dólares, convirtiéndose en una de las películas independientes más exitosas de la historia; tuvo ocho secuelas (la más reciente es de 2022), cómics y un videojuego; su villano Leatherface se convirtió en un personaje icónico del cine de terror, imitado en convenciones de todo el mundo; y hasta los Ramones la mencionan en su canción “Chainsaw”. De esta manera, Hooper era la joya de la que había que estar pendiente.

William Friedkin lo apadrinó y le consiguió el contrato para hacer su siguiente película: Devorado vivo (Eaten Alive, 1976), que no tuvo el recibimiento, tanto de crítica como de taquilla, de su antecesora.

En 1980, Steven Spielberg le acercó una oferta para ayudarlo a dirigir E.T. El extraterrestre (E.T. the Extra-Terrestrial, 1982), pero la rechazó porque ya se había comprometido con un proyecto por encargo que había recibido. Fue así que: en 1981 se estrenó Carnaval del terror (The Funhouse, 1981). Narra la historia de Amy (Elizabeth Berridge), una joven adolescente que va a una feria ambulante de juegos y atracciones junto a su grupo de amigos. La película reúne las características del slasher: los personajes -luego víctimas- forman parte de un grupo de adolescentes (con Amy como final girl), y se encuentran en un lugar aislado, en este caso, una feria ambulante, una locación que es común en los Estados Unidos e incluso en los veranos de Argentina, pero que no había sido utilizada para un slasher

Claro que la feria ambulante está llena de gente, pero basta con que se queden luego del cierre para que comience la acción. Estas ferias han aparecido en otros casos como Fenómenos (Freaks, 1932), que muestra el punto de vista de los que trabajan ahí tomando como base una pelea interna, pero sin que el público esté involucrado como víctima; en Carnaval de las almas (Carnival of Souls, 1962), donde es el lugar donde se siente atraída la protagonista luego de deambular por la ciudad; y en Willy’s Wonderland (2021), con un Nicolas Cage que trata de reparar las máquinas mientras lucha con los animatronics. Lo más similar es The Funhouse Massacre (2015) aunque no hay un solo asesino sino un grupo. Quizás un homenaje, aunque no haya ninguna referencia más allá de la misma locación.

Carnaval del terror tiene un solo asesino, pero es suficiente para reconocerse conscientemente como una película del género a través de los homenajes. El más homenajeado es Frankenstein: la familia de la protagonista ve la película Frankenstein (1931) de James Whale, el hermano menor tiene un muñeco y ella tiene un póster. El asesino es una referencia más sutil, ya que es un humano reconvertido en monstruo que comienza utilizando esa misma máscara. No es lo único: la película comienza con el hermano menor de la protagonista haciéndole una broma intentando matarla en la ducha, como la mítica escena de Psicosis (Psycho, 1960) de Alfred Hitchcock; e incluso un mago cuenta la historia de Drácula. Volviendo al asesino, no hay un objetivo claro sobre por qué mata. No tiene nombre, el dueño de la feria lo reconoce como su hijo, se dice que ya asesinó en otras ciudades, y que “no es humano”. Su forma lo delata cuando se quita la máscara: tiene tres narices, tres ojos y unos dientes alargados, tal como la exhibición de los animales con deformidades que forman parte de la feria.

La filmación fue en unos estudios, con juegos de las décadas del 40 y 50 que se le compraron a una antigua feria que ya no funcionaba. Hay vuelta al mundo, autitos chocadores, calesita y tren fantasma. Sin dudas, se invirtió en una ambientación lejos del CGI de los tiempos actuales, con las luces de neón de los juegos sobresaliendo en los planos generales con esos colores que contrastan con la oscuridad que rodea a la feria. El guion tarda en presentar la primera muerte (que no es de ninguno de los jóvenes), además de mostrar una subtrama con el hermano de la protagonista que no lleva a nada. Carnaval del terror tuvo un presupuesto de 3 millones de dólares y recaudó casi 8 millones. Fue un éxito moderado en las salas, mientras que fue un clásico de los VHS para alquilar. Ese fue su lugar, mientras Hopper consiguió otro éxito con Poltergeist (1982).

¿Por qué Carnaval del terror terminó como un clásico de video y no explotó? La falta de una característica distintiva del asesino (primero utiliza la máscara de Frankenstein) puede ser un motivo, en un año donde Mike Myers, Jason Voorhees y hasta la creación de Hooper, Leatherface, comenzaban a entrar en la cultura pop con sus disfraces. En un ambiente tan poco tratado como una feria, que no aparezca ni un payaso, con lo popular que es la coulrofobia, deja algo que desear, más teniendo en cuenta el éxito que recibieron años después It: El payaso asesino (It, 1990) y Asesinos de otra galaxia (Killer Klowns from Outer Space, 1988). Sin embargo, se destaca que Hooper supo jugar con el género, anticipándose a lo que hizo después Wes Craven con La nueva pesadilla (Wes Craven’s New Nightmare, 1994) y Scream: Vigila quién llama (Scream, 1996).

Hooper, luego del éxito de Poltergesit, hizo tres películas para Cannon Films, incluida la secuela Masacre en el infierno (The Texas Chainsaw Massacre 2, 1986). Después, se dedicó a dirigir episodios de series de televisión y telefilmes. Estrenó otras películas, sin embargo, no volvió a tener la relevancia que tuvo en la década del 80. Falleció en 2017. Quizás, ya sea hora de revisitar su obra menos conocida que hizo que aquel que alquilara Carnaval del terror comience a ver una feria con más miedo que con alegría.

– Acá pueden ver los textos de todos los alumnos del Laboratorio de Críticas –

LABORATORIO DE TERROR