Supercool y La noche de las nerds
Por Matías Carricart
La comedia es un género muy rico y con mucha historia. Comenzó cuando el cine era mudo y tuvo muchas transformaciones: la comedia física (slapstick) con Charles Chaplin y Buster Keaton a la cabeza, las románticas de la década del 40 y que continúan al día de hoy, el humor absurdo inglés y la escatológica que tuvo éxito en la década de los 90. Estos son solo algunos de los subgéneros más populares. Por supuesto que uno no excluye al otro y, así, va mutando con el paso del tiempo.
Uno de los subgéneros que nació dentro de la comedia fue el de las buddy movies. Estas películas narran la historia de dos personas de personalidades diferentes que, ante las adversidades, se complementan y se vuelven amigos. Comenzó siendo exclusivamente masculina con los dúos cómicos de Laurel y Hardy en Hijos del desierto (Sons of the Desert, 1933) y Abbott y Costello en Reclutas en apuros (Buck Privates, 1941). No fue exclusiva de los Estados Unidos, sino que también se expandió a otros países como la japonesa El perro rabioso (Nora inu, 1949) y la italiana La vida fácil (Il Sorpasso, 1962). Luego de un pequeño mix con el western, en los 70 alcanzó predominio al mezclarse con las road movies. Algunos ejemplos de esto son El expreso de Chicago (Silver Streak, 1976), Locos de remate (Stir Crazy, 1978). Quizás, su mayor popularidad fue en la década del 80 cuando se fusionó con el género policial, creando así el subgénero de buddy cops, donde una pareja de policías o detectives debe unir fuerzas para resolver un caso. Algunas de las más populares fueron 48 horas (48 Hrs., 1982) y Arma mortal (Lethal Weapon, 1987), que se convirtió en una popular saga. Si bien en los años siguientes hubo más películas como Thelma y Louise (1991), su popularidad fue decayendo.
A fines de los 90, comenzó a surgir otro subgénero dentro de la comedia: el de las películas de adolescentes. En éstas, un grupo de amigos encara los problemas típicos de su edad en los colegios de Estados Unidos, con los personajes bien estereotipados. American Pie (1999) fue el puntapié para que luego vinieran Viaje censurado (Road Trip, 2000), “No es otra tonta película americana” (Not Another Teen Movie, 2001) y Animal Party (National Lampoon’s Van Wilder, 2002). La mayoría de estas películas no gozó de buenas críticas, pero el reflejo de la vida jovial de unos adolescentessirvió como uno de los grandes motores de dos de las comedias más exitosas de este siglo: Super Cool (Superbad, 2007) de Greg Mottola y La noche de las nerds (Booksmart, 2019) de Olivia Wilde.

Las tramas ya nos muestran elementos de los subgéneros mencionados anteriormente y la evidencia de su relación: una pareja de amigos que se está por graduar y quiere divertirse en una fiesta. Suena simple pero, a esto, se suma la incertidumbre de lo que será el año siguiente cuando deban separarse. Los secretos y los obstáculos propios de la noche también suman para que esa amistad entre en un dilema. En Super Cool, Evan (Michael Cera) le oculta a Seth (Jonah Hill) que compartirá la universidad con Fogel (Christopher Mintz-Plasse); mientras que en La noche de las nerds, Amy (Kaitlyn Dever) no le quiere decir a Molly (Beanie Feldstein) su deseo de quedarse todo un año en África. Hay una puja entre los planes individuales para la adultez y el no herir los sentimientos de sus amigos. La madurez lleva también a preguntarse si ambas películas pueden ser consideradas dentro del subgénero coming of age, en donde se muestra el crecimiento de los personajes en cámara. Boyhood: momentos de una vida (Boyhood, 2014), Lady Bird: vuela a casa (Lady Bird, 2017) y En los 90 (Mid90s, 2018) son los ejemplos más claros de los últimos años. En ambos casos, se ve una transformación que puede llevar a pensar que sí, pero ¿qué tanto muestran? Si bien no hay saltos temporales, el pasaje de la escuela secundaria a la universitaria en Estados Unidos, en donde muchos jóvenes deben dejar sus ciudades para estudiar, es un reto importante para sus vidas.
Los estereotipos de los personajes, tan marcado en las películas nombradas anteriormente, se notan más en Super Cool que en La noche de las nerds. En la primera, los personajes saben que son los perdedores del colegio. Lo entienden, sufren bullying, se resignan un poco y siguen adelante con sus planes. En cambio, en la película de Wilde, hay una mayor unión entre el curso. Es cierto que no son todos iguales y alguno tiene más popularidad que otro, pero la diferencia está en la inteligencia de las protagonistas. Son Amy y Molly las que ven al resto como los perdedores, ya que no se la pasan estudiando como sí lo hacen ellas. Claro que esa ilusión se derrumba cuando descubren que todos ingresan a universidades o trabajos tan buenos como las de ellas y ahí se dan cuenta que no aprovecharon lo suficiente para divertirse. En ese momento es cuando aparece el deseo de ir a la fiesta antes del día de graduación, tal como ocurre con Super Cool.
Otro aspecto de las clásicas buddy movies, era que el interés romántico era dejado de lado, ya que se creía que podía entorpecer la relación entre los amigos. Sin embargo, tanto en Super Cool como en La noche de las nerds, todos los protagonistas tienen su (potencial) pareja y cada uno apoya al otro.Es cierto que no es lo más importante como en las comedias románticas, sino que lo es la amistad entre los personajes. Pero el amor también funciona una muestra más de ese paso hacia la adultez. En Super Cool, la conquista de esos amores funciona como el motor de la película, convirtiéndose en todo un desafío el llegar a la fiesta, siendo la compra de alcohol el primer obstáculo. ¿Es una película romántica? No, porque el foco siempre estará puesto en esa amistad, algo que se ve reflejado en la frase final cuando se dicen “Te amo”. Por el lado de La noche de las nerds es destacable que supera ampliamente el test de Bechdel, esto quiere decir que la mayoría de las conversaciones entre dos mujeres no tiene como tema a un hombre. Aunque Molly quiera ir a la fiesta de Nick (Mason Goodin) porque le gusta, no entorpece su relación con Amy.
A pesar de la igualdad de las tramas, el tipo de humor entre ambas es distinto. Super Cool recurre más a lo escatológico, haciendo chistes sobre penes dibujados y hasta la menstruación. En cambio, en La noche de las nerds es un poco más lisérgico, incluyendo una alucinación de las protagonistas en las que se sienten como muñecas Barbie. No hay personajes que se rían de los otros, como lo hace la dupla de Scarlett Johansson y Thor Birch con Steve Buscemi en Ghost World (2001); ni tampoco hay un payaso, como lo puede ser el personaje de McLovin (sin nombre, solo McLovin) en Super Cool.
Entonces, para concluir, La noche de las nerds es la versión femenina (¿y feminista?) de Super Cool? No. Porque, a pesar de las tramas casi iguales, ambas tienen un tratamiento distinto para los personajes. Lo que hacen ambas es marcar un patrón para las comedias de los próximos años. La propia Olivia Wilde lo dijo cuando le preguntaron por la comparación: “puede ser un tipo de patrón, pero las películas no tienen que ser la versión femenina de nada, y un día habrá una Booksmart masculina”. Unpregnant (2020) y Emergency (2022) son la muestra de este patrón que comienza a repetirse. Y, quizás, no estemos muy lejos de la versión masculina de La noche de las nerds.
Fuente:
Sharf, Z. (2019). “Olivia Wilde Wishes ‘Booksmart’ Wasn’t Called a Female ‘Superbad,’ Reflects on Box Office”. Indie Wire. Disponible en: https://www.indiewire.com/2019/09/olivia-wilde-calls-out-comedy-sexism-booksmart-box-office-1202171301/

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