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El otro, el mismo:

El inquilino y El prófugo 

 Por Elena Rodríguez 

 

¿Qué pasa en ese espacio intermedio entre el sueño y la vigilia? ¿Cómo es ese delgado hilo que  separa la  locura y la cordura? Grandes tópicos universales que fueron tratados por muchos artistas a lo largo de la historia y el cine no escapa a este dilema.

Este es el camino de películas como El Inquilino (Le locatarie, 1976) de Román Polanski y El prófugo (2021) de Natalia Meta y que ponen en escena estos espacios de conflicto. En ambos films vamos recorriendo la película a través de la mente de los personajes, a través de su inconsciente, ¿de qué manera irrumpe “El otro”? un otro acechante que devora personajes y situaciones. La lucha continua es vislumbrar que es sueño y que, es realidad, determinar cuál es el límite de la lucidez es la cuestión.

 El prófugo es una película argentina de 2021 escrita y dirigida por Natalia Meta y protagonizada por Érica RivasNahuel Pérez Biscayart y Daniel Hendler. Basada en la novela “El mal menor” de C. E. Feiling, la trama se centra en Inés, una joven que, tras un episodio traumático durante un viaje con su pareja, comienza a confundir la frontera entre lo real y lo imaginario. El tema gira especialmente en delimitar la etapa de entrada al estado de dormir conocida como etapa I; considerada un límite entre el estado de vigilia y el sueño. Inés, la protagonista, pone el cuerpo para tratar de entender cómo funciona esta fase y comprender de esta manera a ese otro por el cual se siente amenazada. El film aborda el lugar de  las pesadillas y  lo onírico, esa dimensión espacio temporal es puesta en perspectiva desde el thriller y lo fantástico.

Por otro lado “El Inquilino” de Polanski, basada en la novela “El quimérico inquilino” de Roland Topor, cuenta la historia de un hombre cuya  cordura se encuentra amenazada por distintas situaciones que vive en el departamento que acaba de alquilar.  

El tema de la paranoia y los delirios persecutorios ponen en jaque la cordura de Trelkovsky.

El inquilino es una película francesa dirigida y protagonizada por Román Polanski  de suspenso y terror  psicológico. Hoy por hoy género muy desarrollado. En 1976 fue una de las primeras de ese estilo, quizás por eso hoy la vemos un poco larga y hasta lenta. Pero de impecable realización. La película pertenece a la conocida “trilogía de los departamentos” de Polanski junto con Repulsión (Repulsion, 1965) y El bebé de Rosemary  (Rosemary’s Baby, 1968).​ Basada en la novela El quimérico inquilino de Roland Toporde 1964. Fue estrenada en el de Festival de Cannes en 1976, dirigida y protagonizada por un joven Polanski. A medida que avanza el film el personaje principal Trelkovsky parece entrar en un trance kafkiano.

La paranoia totalmente descontrolada que vive el personaje lo llevan a una salvaje pérdida de identidad y de conexión con el mundo real. La degradación del cuerpo, la mutilación y el desdoblamiento de personalidad que sufre Trelkovsky interpelan a un espectador ávido por entender la historia. Una narrativa clásica para una historia asfixiante, y  por momentos grotesca. Con el mismo espíritu de Barton Fink (1991) de los Hermanos Coen, transitamos el universo de la mente, Trelkovsky se siente extraño a todo y con el mal al acecho. Todos y ninguno, y ninguno es el otro, y el otro es el mismo. El inquilino es en sí una trampa cíclica. Una trampa social de un personaje que lucha por encajar, una trampa a la propia mente del personaje y principalmente una trampa y un juego al espectador.

El prófugo es una película argentina de 2021 escrita y dirigida por Natalia Meta y protagonizada por Érica RivasNahuel Pérez Biscayart y Daniel Hendler. ​.La trama gira en torno a Inés, una joven que, tras un episodio traumático durante un viaje con su pareja, comienza a confundir la frontera entre lo real y lo imaginario. Al  comienzo de la película  el personaje de Daniel Hendler en pleno viaje romántico con Inés, propone un brindis “Por el hombre de tus sueños”, metáfora irrisoria que adelanta el camino que tomara el film. El prófugo pone en escena la idea que entre el sueño y la vigilia, hay un cerco, cerco que puede ser cruzado por personajes “prófugos” que habitan en los sueños, que quieren cruzar la frontera  y quedarse del lado de la vigilia.

Inés tiene vívidas pesadillas y sonidos recurrentes invaden su vida cotidiana que la llevan a cuestionar el origen de estos sucesos y que no son más huellas de ese otro mundo. Leopoldo, Alberto, su madre, intentan dirigir a Inés, asfixiada  por un entorno dominante, vive permanentemente situaciones cíclicas en las cuales el ambiente siempre está enrarecido y cuesta distinguir que es real y que no lo es. Tanto Inés en El prófugo como Trelkovsky en El Inquilino son personajes sumisos que intentan adaptarse a su nueva realidad. 

Ambas son adaptaciones de textos literarios que ponen en relieve el hecho de la transposición, en los dos casos son interpretaciones libres. Tal como plantea Sergio Wolf en “Ritos de pasaje”; toda transposición es una versión, una interpretación, es decir “un modo de apropiarse de ciertos textos literarios, de hacerlos propio, convertirlos, honrarlos, maniatarlos  o disolverlos”. Esta es la puesta en relación que observamos en ambos films, una interpretación amorosa de estas obras literarias.

En ambos films existe un personaje más, y es el espacio arquitectónico. Un organismo vivo, un otro. En El inquilino, el edificio donde se muda Trelkovsky, se transforma en un lugar de socialización y  también de aislamiento, y es en esa contradicción que se mueve la película. La arquitectura de ese viejo edificio en el centro de Paris se transforma en un protagonista más. En el caso de El prófugo, la sala de ensayo (en el CCK), dónde Inés toma sus clases de canto, es presentada en la mayoría de las veces como una gran sala vacía y en penumbras, las circularidades, las escaleras y alturas funcionan como metáfora de los temores de Inés y están al servicio del gran final de Natalia Meta. Personajes solitarios movidos por la amenaza, personajes débiles que avanzan hacia su emancipación. 

El miedo y la paranoia como eje de ambos films. Los films se mueven en bucle,  (des) centramiento de la identidad que atormenta a los protagonistas, y lo vemos hasta en sus cambios físicos. Las películas funcionan como espejo, son opuestos complementarios, en El prófugo el final es liberador y luminoso y en El inquilino es sofocante y oscuro. La idea que sobrevuela en ambos films es, el terror o el miedo más profundo no viene de afuera sino que se aloja en lo más oscuro de nuestras entrañas.

– Acá pueden ver los textos de todos los alumnos del Laboratorio de Críticas –

LABORATORIO DE CRITICA NRO 2