Seleccionar página

Yo amo el cine: 

El desprecio y Audition 

Por  Gabriel Conversano

Las películas se comunican más de lo que en un simple visionado podemos encontrar, desde argumentos idénticos pero con una ejecución diferente, hasta la creación de continuidad que van más allá de las secuelas o precuelas. Las mismas dialogan entre ellas y tocan temas que aunque no lo parezcan están fuertemente conectados.

En  El desprecio (Le Mépris, 1963) de Jean-Luc Godard y Audition (Ōdishon, 1999) de Takashi Miike ocurre esto mismo, ambas son producciones que abordan el mismo tema, el amor y plantean este sentimiento de una manera atípica.

Paul (Michel Piccoli) y Camille (Brigitte Bardot) están casados, ella es mecanógrafa y él es un dramaturgo, si bien, ambos tienen personalidades muy fuertes, se llega a ver algo de cariño entre ellos. El cual se irá perdiendo poco a poco, debido a que a Paul, le llega la propuesta de reescribir un guion de una película para Jeremy (Jack Palance) el cual pretenderá a Camille y a su vez ella deberá soportar esto (lo cual Paul no solo permite sino que alienta). Sumado a la relación tan cercana que él tendrá con la asistente de Jeremy, Francesca (Giorgia Moll) cosas que los llevaran a separarse y dejara en ambos, un sentimiento de desprecio.

Por otra parte Aoyama (Ryo Ishibashi) es un viudo productor audiovisual que a raíz de un comentario que le hace su hijo, decide buscarse una pareja, para esto un amigo suyo le propone un plan, comenzar con un casting buscando a la actriz que interprete el protagónico de una historia que el mismo Aoyama escribió y de entre las postulantes, este elija a una, la corteje para así se convierta en su nueva pareja, en este punto es donde se presenta Asami (Eihi Shiina), la cual reúne todos los requisitos que para los estándares de Aoyama una mujer debe tener.

Abarcando de lo simple a lo complejo, podemos encontrar más de una línea de diálogo entre estas dos películas socialmente tan distantes, en primero el universo donde las historias se desarrolla son similares, el mundo audiovisual y en segundo el amor como motor de la acción. El amor que encontramos en ambas películas, no es convencional en El desprecio la historia de amor es la de uno que se está terminando. 

 

La historia comienza con ellos muy enamorados, como en la escena de la cama, con Camille totalmente entregada a Paul y él adorándola como si de una deidad se tratase, —esto se repetirá en Audición-, pero con el correr de los minutos este amor se irá marchitando. Entre los celos de Camille, la ausencia de Paul además de las presiones que un trabajo de esta magnitud con lleva, le ponen fin a su amor, que después de una larga discusión en el caos que es su departamento, el cual referencia el estado en que la relación se encuentra. Cierra con un paneo que lejos del típico plano y contra plano, logra marcar una distancia y alejar a los personajes de una manera significativa.

En cuanto a Audición la historia de amor que plantea comienza justo donde “el desprecio” la deja. Aoyama y Asami están solos, ambos vienen de experiencias amorosas traumáticas, como la muerte de la esposa de él y los abusos que ella sufrió, los dos están solos y es esa soledad que los unirá, que despertara en Aoyama el interés por y al igual que Camille lo hace con Paul. Asami deja que Aoyama juzgue su cuerpo rebelando la cicatriz que lleva en su muslo y al igual que Paul; Aoyama, totalmente cautivado, acepta a Asami sin reparar en el peso de sus palabras donde la más determinante para el futuro de ambos será “Ámame solo a mí”. Todo esto ejecutado con elegancia y sutileza por sus directores, que logran correr a Bardotte y a Shiina del lugar de súper modelo mostrando al ser humano tal como es con sus inseguridades y sus ganas de ser feliz. Adornando todo con un filtro azul, que remarca más la melancolía y realza más los sentimientos de los personajes. En ambos casos esta será la vez donde más sinceros serán con sus sentimientos los unos con los otros.

Tanto Godard como Miike a lo largo de estas obras logran crear un dialogo tan fluido que impresiona, si bien en el cine podemos encontrar otros ejemplos como “El Sacrificio” de Andréi Tarkovski que dialoga con Terminator (1984) de James Cameron o “Mujer Bonita” de Garry Marshall con Susana quiere, el negro también de Julio de Grazia por mencionar algunos ejemplos. El dialogo supera a la casualidad en estas historias donde los directores reflejan el lado más oscuro del amor y crean el debate en torno a la comunicación, planteando complejísimas preguntas que hacen de estas obras perdurables en el tiempo. ¿Asami es una psicópata, o debido a su educación esa es la manera que ella conoce para expresar amor? ¿Por qué Paul aleja a Camille de su lado, a pesar de que ella lucha contra esta decisión? ¿Audición es una historia de amor? ¿El desprecio es una historia de amor? ¿Ambas películas son críticas o miradas a la producción cinematográfica? ¿Las verdaderas fuerzas antagónicas, son los productores?

Estas preguntas surgen de El desprecio y Audición, obras que marcan un antes y un después en la carrera sus creadores, trabajos que no dejan para nada indiferente a quien las vea. Las cuales crean reacciones genuinas, son películas fuertemente ligadas a lo sentimental, a lo pasional, que interpelaron a sus intérpretes, tanto como a sus directores, que si bien hablan sobre el amor, no se tratan de este. Exploran, en realidad, el poder que ejercen sobre las personas, su arrollador paso por sus vidas y como este los deja, con un tratamiento y desenlace muy similares. De tal manera es que resulta fascinante ver estos detalles de cómo existe esa comunicación entre las obras, que a simple vista parece ausente, pero que está más allá de simples cameos o referencias, y eso es lo que nos hace amar al cine.

– Acá pueden ver los textos de todos los alumnos del Laboratorio de Críticas –

LABORATORIO DE CRITICA NRO 2