El estudiante: Cine de iniciación
Por Matías Carricart
El cine argentino vivió varios momentos a lo largo de su historia. Desde aquella época dorada, cuando se incorporó el sonido en la década del 30, hasta la aparición de una nueva generación de cineastas en la década del 90, fenómeno que se lo conoció como “Nuevo cine argentino”, al igual que el surgido en los 60. Algunos de los nombres que formaron parte del NCA fueron Martín Rejtman, Lucrecia Martel, Israel Adrián Caetano, Bruno Stagnaro, Daniel Burman, Pablo Trapero, Fabián Bielinski, Lucía Puenzo y Lisandro Alonso, entre otros. De estos directores, salieron películas como Nueve reinas (2000), Los guantes mágicos (2003), La ciénaga (2001), La mujer sin cabeza (2008), Un oso rojo (2002), El bonaerense (2002), Crónica de una fuga (2006), El abrazo partido (2004), XXY (2007), La libertad (2001), entre otras. Retratar otros estratos sociales desde la contemporaneidad, producto de la política neoliberal, y redescubrir de otra forma, tanto la ciudad como el interior, son algunas de las características de este fenómeno. Como muchos de estos directores dieron sus primeros pasos en los 90, la primera década del Siglo XXI sirvió para consolidarlos o, incluso, para correrse de la escena. Para finalizar la década, el broche de oro fue El secreto de sus ojos (2009) de Juan José Campanella, que ganó el segundo premio Oscar para el país en 2010.
A partir de la década de 2010, a 15 años de la aparición del fenómeno si se toma en cuenta la serie de cortos Historias breves (1995) como hecho fundacional (pero no como única causa), estos directores ya tenían marcado un recorrido. Trapero se consolidó como un director importante en la escena nacional, Caetano y Stagnaro se volcaron más hacia la televisión, mientras que otros como Martel, Rejtman y Alonso, solo estrenaron una película. ¿Fue el fin del nuevo cine argentino? Puede decirse que sí, pero se debió más a un recambio generacional que a un giro de 360 grados en aspectos como los modos de producción o las temáticas. Aparecieron muchos nombres nuevos: Santiago Mitre, Alejandro Fadel, Ana Katz, Francisco Márquez y Andrea Testa, Paula Hernández, Benjamín Naishtat, Gabriel Medina, Inés Barrionuevo, Sebastián De Caro, Juan Schnitman, Gabriel Nesci y Natalia Meta, por nombrar solo algunos. Cada uno de ellos estableció que esta década iba a marcar más continuidades que rupturas con respecto al nuevo cine argentino.
Uno de ellos, Santiago Mitre, estrenó El estudiante en 2011. La película narra la historia de Roque (Esteban Lamothe), un joven que llega a Buenos Aires desde un pueblo de la provincia para estudiar en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Allí conoce a Paula (Romina Paula), que lo introduce en la militancia universitaria. Roque, de a poco, deja de ser el estudiante del título para convertirse en un puntero político. Si el Nuevo Cine Argentino le había dado voz a un estrato social que no lo tenía, con títulos como Pizza, birra, faso (1998), El bonaerense (2002) y Bolivia (1999), repitiendo elementos del neorrealismo italiano, El estudiante viene a continuar ese camino, pero tocando un tema que casi no se había tocado en el cine local: la militancia universitaria, del que solo Dar la cara (1962) de José Martínez Suárez había mostrado. A esa militancia, hay que sumarle el origen de los personajes, todos de clase media, inmersos en una facultad politizada, que se van separando cada vez más de su condición de estudiantes, casi como si fueran excluyentes (de hecho, Roque deja de estudiar en un momento). Gran parte de este realismo también lo aporta la puesta en escena. La película se filmó en las dos sedes que poseía la facultad, con paneos a estudiantes reales, el nombramiento de agrupaciones existentes y la filmación de situaciones como asambleas y elecciones. Más allá de los afiches que decoran la facultad, no hay referencias directas al contexto político de aquel entonces. Para Mitre “la UBA es una especie de micromundo con una lógica propia, un lugar que se puede narrar como para referir a un lugar mayor”. También incorpora al guion un elemento como lo fue la toma del rectorado sucedida unos años atrás. La película también cuenta con una voz en off que presenta a los personajes e introduce un poco la historia política de la facultad. Así como Roque se adentra en este mundo político, el público lo acompaña como un observador participante en cada (poco) acierto y las (mayores) desilusiones que se van presentando, lejos de una idealización de la política. El film es un thriller político sobre las ilusiones y las traiciones que ocurren en la vida política universitaria, con un protagonista al que se le van presentando desafíos en los que están en juego sus convicciones.
El estudiante fue la ópera prima en solitario de Santiago Mitre, que había sido guionista de Leonera (2008) y Carancho (2010) de Pablo Trapero. No fue fácil su camino. Primero, fue rechazada por el INCAA y debió financiarse de forma independiente, sin el aval de los sindicatos y con muchos actores y técnicos trabajando sin remuneración. De hecho, esos paneos reales dentro de las instalaciones de la facultad fue porque le pidieron permiso, tanto a las autoridades como al centro de estudiantes, para poder filmar allí y realizar las tomas pertinentes. Luego, debió ser estrenada por fuera del circuito comercial. La película fue un éxito de crítica y público que la llevó a ser tenida en cuenta para ser seleccionada para competir en los Óscar (perdió con Infancia Clandestina) en una gestión que realizó Juan José Campanella frente a la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas por no cumplir con las reglas a las que El estudiante no se había podido adaptar.
El éxito de El estudiante, tanto de crítica como de taquilla, catapultó la carrera de muchos de los que participaron en la película, convirtiéndose en las caras del cine nacional de la década. Esteban Lamothe, adquirió popularidad dentro de la televisión y el cine local (se destacan El 5 de Talleres y Por un tiempo), además de grandes actores como Germán Da Silva (Las Acacias, Relatos Salvajes), las integrantes de Piel de Lava: Valeria Correa y Laura Paredes (La Flor, Cetáceos), Juan Barberini (El incendio, Sangre) y la voz en off de Esteban Bigliardi (Muere Monstruo Muere, El futuro que viene). Por el lado de Santiago Mitre, se convirtió en uno de los directores más importantes, consiguiendo su lugar en el mainstream, con filmes como La patota (2015), remake del film de José Martínez Suárez; La Cordillera (2017), Pequeña Flor (2022) y Argentina 1985 (2022).
Para finalizar, El estudiante obtuvo varios premios como el Cóndor de Plata y en los festivales de Gijón, Locarno, Cataluña y el BAFICI. Si bien el cine argentino continuó teniendo una deuda en cuanto a la taquilla local (hubo excepciones como Relatos salvajes y El clan), se puede considerar que a partir de la década de 2010 comenzó a funcionar como material de exportación, ya que participó de una gran cantidad de festivales y, muchas veces, fue condecorado con premios importantes como el Goya a El ciudadano ilustre (2016), el de Cinema Tropical a La flor (2018), los de mejores actores para Oscar Martínez en Venecia en 2016 y Darío Grandinetti en San Sebastián en 2018, y el de mejor actriz para Sofia Gala Castiglione en San Sebastián en 2017. A su vez, directores como Damián Szifron, Julia Solomonoff, Matías Piñeiro y el propio Santiago Mitre, son cada vez más requeridos para filmar en el exterior.
Varios puntos quedaron como desafíos para mejorar en el cine local. El estudiante llevó a discutir qué es lo que ve el INCAA a la hora de otorgar fondos; sigue siendo una materia pendiente la distribución (cada vez más ahogada por los grandes tanques extranjeros); y muchas producciones argentinas continúan perdiéndose por la falta de política de preservación Por el lado de lo narrativo y la crítica, El estudiante pudo escapar a una adjudicación partidaria, no así otras películas como La cordillera, Relatos salvajes (2014) o 4×4 (2019) que tuvieron largos debates en los medios sobre si respondía a tal o cual ideología partidaria contemporánea. Será tarea de los directores, el hacer que el post-Nuevo Cine Argentino continúe retratando espacios nuevos, sin caer en la descalificación.
FUENTE:
Boetti, E. (2011). “Es una película política, no militante”. Página 12. Disponible en:
https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/subnotas/22768-6179-2011-09-01.html

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