
“Queríamos tanto a Alicia Silverstone” Ni idea (Clueless,1995) Por Claudio Mion
Tras una década como la del ochenta pletórica en comedias de y para adolescentes (El club de los cinco, La chica de rosa, Cuenta conmigo), la del noventa estuvo marcada por grandes cambios en la cultura joven, y las películas de esta temática dejaron de producirse a principios de la misma. La irrupción del grunge en 1991 trajo consigo un cambio de paradigma en la llamada generación X, y en ese momento los estudios financiaban otro tipo de relatos. Ni los guionistas, ni las productoras, ni el público estaban ávidos de historias sobre la preparatoria y los problemas de volverse adulto. Amy Heckerling, una alumna brillante de la Universidad de New York, también había dejado su marca en los ochenta con su película Picardías Estudiantiles (Fast Times at Ridgemont High, 1982), con un elenco de futuras estrellas (Sean Penn, Jennifer Jason Leigh, Nicolas Cage, entre otros) y guion de Cameron Crowe, que retrataba la vida de los estudiantes de una preparatoria de California. Durante varios años había tratado por todos los medios llevar a la realidad su proyecto de retratar a una nueva generación de adolescentes, con todo el ambiente que rodeaba la cultura de los noventa. Rechazada por todos los estudios (“demasiados personajes femeninos, dijeron los ejecutivos de la Fox), finalmente la Paramount (en ese momento al mando de una mujer, Sherry Lansing, detalle no menor) aceptó el proyecto de Heckerling y en el verano boreal de 1995 se estrena finalmente Ni idea (Clueless).
Basada libremente en la novela Emma de Jane Austen, la película cuenta la historia de Cher Horowitz (Alicia Silverstone), una adolescente de 16 años que vive en el lujoso barrio de Beverly Hills en Los Ángeles. Es hija de un prestigioso abogado (Dan Hedaya) y cuya madre, como nos cuenta ella misma apenas iniciada la película “murió en un accidente insólito durante una liposucción de rutina”. Convive de a ratos con su ex hermanastro Josh (Paul Rudd), con el que acabará teniendo un interés romántico, casi sin darse cuenta. Desconectada (en principio) del mundo real y con intereses un poco triviales, pasa la mayor parte del tiempo de compras en los shoppings con su mejor amiga Dionne (Stacey Dash) y en la escuela ofician como celestinas de sus profesores y amigos. Entre ellas la recién llegada Tai (Brittany Murphy), Cher decide tomarla bajo su protección para hacer de ella una chica deseable, sin saber que ello afectará por completo su jerarquía dentro de la escuela.
Así contada la historia puede ser banal y superficial, pero el guion de Heckerling es muy preciso en la observación de los detalles y modas de una época. Un poco la estética del videoclip (Silverstone era la chica MTV, protagonista de los 3 videos más famosos de Aerosmith), mucho rock de los 90 en la banda sonora (No Doubt, Radiohead), programas como ‘Beavis y Butthead’, ‘Ren y Stimpy’ o las rutinas de ejercicios de Cindy Crawford (en VHS) provocan un viaje al pasado pero en muchas escenas la película está adelantada a su tiempo, como en el uso de los primitivos celulares y en el uso de una espartana aplicación que usa Cher para elegir la ropa de su infinito vestuario (en la película conviven las amplias camisas escocesas, pantalones en las caderas , borceguíes y vestidos rotos que había impuesto el grunge con los extravagantes vestidos de Cher y Dionne, con diseños de Calvin Klein y Dolce & Gabbana, como el icónico vestido con estampado escoces amarillo de la protagonista; además de las medias bucaneras que llegaban hasta la rodilla).
Una capsula del tiempo representan también las frases, en el personaje de Silverstone convivían todos los modismos y conductas de una chica de esa edad (y de la clase alta, hay que decirlo). La muletilla “¡As if!”, que en español podría ser “¡Nada que ver!, se transformó en una de las frases más populares de las escuelas de EEUU (se llegó incluso a publicar un diccionario del “slang” utilizado en la película). Hackerling nos dio algunos de los diálogos mas ingeniosos de los noventa. “Oh, estoy teniendo una experiencia Twin Peaks”, le dice Cher el chico más popular de la secundaria cuando es abordada en su auto (si hay algo que directamente nos transporta a los noventa es esta cita de la serie televisiva de David Lynch, cuando algo es muy confuso o surreal) o “Está muy bien, es una especie de Baldwin”, cuando la mirada a un chico atractivo era una referencia a los hermanos Alec, William y Stephen Baldwin, que protagonizaban la mayoría de los thrillers eróticos de esa época. Queda para la posteridad el insulto más hiriente para una chica del secundario, el que Tai le dice en la cara a Cher: “eres un virgen que no puede conducir”.
La película trabaja con naturalidad las relaciones interpersonales y los temas de diversidad. Cher acepta sin dramas la homosexualidad de su amigo Christian (muy sutil la idea de él de querer ver Espartaco en su primera cita). Después de lamentar un poco su pérdida como posible novio perfecto, ella sigue adelante y lo convierte en amigo. También la búsqueda de identidad por parte de Cher en querer conectarse con el mundo “real”, dejando de lado la frivolidad abrazando causas solidarias está muy bien llevada, sin subrayados, al igual que algunos apuntes políticos («Recuerden que no dice RSVP en la Estatua de la Libertad», dice Cher en un memorable debate estudiantil).
Existen películas ancladas en los noventa y Ni idea es una de ellas. Sus referencias musicales, cinematográficas, televisivas y lingüísticas nos llevan a un extremo y su visión por primera vez puede provocar el mismo efecto que a Marty Mcfly el viajar a 1955 en Volver al futuro (Back to the Future, 1985). Vista nuevamente hoy, la película de Heckerling logra un pequeño milagro: una obra en apariencia superficial al momento de su estreno hace casi treinta años, es en realidad todo lo contrario.