
¡Buen Provecho! Películas sobre caníbales Por Martín Vivas

Nuestro primer contacto con el universo caníbal se da durante la infancia. Los cuentos de los hermanos alemanes Jacob y Wilhelm Grimm, que conocimos en aquellos primeros años, contienen escenas de formidable impacto en mentes que se encuentran en pleno desarrollo. Sin lugar a dudas, una de aquellas imágenes es la de Caperucita siendo tragada de un tirón por el lobo feroz, que si bien es un animal, posee todas las atribuciones de un ser humano.
Para nuestra tranquilidad el relato favorece a la niña de la caperuza roja que logra escapar de las fauces de la muerte, como también la astucia de Gretel condena a la bruja y logra salvar a su engordado hermano. El psicoanalista austríaco Bruno Bettelheim señala en su libro titulado “Psicoanálisis de los cuentos de hadas” (1976) que esta especie de canibalismo parental representa el temor infantil de ser destruido o absorbido por el amor posesivo de los padres. Esto permite al niño transformar ese miedo en supervivencia y afirmación como individuo.
Unos siglos antes, los cronistas de Indias apelaban a distintos recursos narrativos para exhibir el horror del canibalismo, y de esa manera justificar la colonización de las tierras, el genocidio y la esclavización de los supuestos antropófagos. Así, difundían el temor al Caribe a quienes leían u oían sus textos: los caníbales comen carne fresca y cecinada, hincan las cabezas de los que matan, beben su sangre, traen los dientes de aquellos al cuello, utilizan grandes ollas para cocer la carne humana, desmiembran a sus víctimas y hacen con las partes una brocheta, empalan sus restos, etcétera.
Esta descripción minuciosa del accionar antropófago se desarrollaba a través de la hiperbolización y alteración de los eventos, algo que ha sido magistralmente retratado por el director brasilero Nelson Pereira dos Santos en el film Qué rico estaba mi pequeño francés (Como Era Gostoso o Meu Francês, 1973). También se utilizaban los testimonios de los propios indígenas y el mecanismo de la hipotiposis, esto es, la redacción de un retrato tan vívido que pretende que el lector experimente la escena como si la estuviera viviendo. Ello implica que es el receptor quien pone mucho de sí para que el artificio logre su resultado. Identifica al otro como un salvaje, sin alma, en contradicción con el dios importado, y en esa identificación se diferencia.
Sobre el terreno fértil que las películas mondo, documentales sensacionalistas de origen italiano sobre temas tabú y culturales expuestos de forma impactante, habían labrado durante la década de los sesenta, el director y guionista Ruggero Deodato siembra su célebre film Holocausto caníbal (Cannibal Holocaust, 1980). Utilizando una gran estrategia de marketing, a la vez que controversial, para difundir el film, el cineasta ha ganado renombre por haber reproducido de manera particular la cuestión caníbal. Incluso fue llevado a juicio, acusado de haber colaborado en el asesinato de sus actores (los mismos aparecerían vivos durante el proceso) y condenado por crueldad animal.
La película tiene como eje el material descubierto, género conocido como found footage, de unos jóvenes documentalistas que se pierden en la selva amazónica para ser canibalizados por aborígenes antropófagos. Sin embargo, como también es mostrado en Qué rico estaba mi pequeño francés, las historias ponen el acento en la brutalidad de los invasores, concluyendo en que la acción caníbal surge como una natural retribución a los atropellos de los agresores que violan mujeres, queman casas, profanan lugares y objetos sagrados, etcétera. Incluso, Deodato se permite una crítica al amarillismo mediático, invitando a poner un freno a las noticias sensacionalistas que emplean el morbo para atraer espectadores.
Así las cosas, el concepto de salvaje ya no estaba tan bien definido, se había vuelto difuso, los roles fueron invertidos. Y el miedo a convertirse en el otro genera un estado de crisis que perturba la identidad subjetiva. Entonces, ¿quiénes son los verdaderos caníbales? Otro director italiano, Umberto Lenzi, destaca con su film intitulado Los últimos caníbales (Cannibal Ferox, 1981) en el que pone en tela de juicio el mito del antropófago americano, cuestionando al colonialismo y el vil accionar de los invasores. Nuevamente los salvajes no son los aborígenes, sino aquellos que se dicen civilizados. Resulta interesante cómo, tanto Lenzi como Deodato, gustan mostrar a la ciudad como una mismísima jungla.
Un poco antes, al otro lado del Atlántico, el director Tobe Hooper presentaba a sus caníbales en La masacre de Texas (The Texas Chain Saw Massacre, 1974). Esta familia excluida del sistema laboral, alejada de la sociedad en su casa en medio de la nada, resulta afectada en su psiquis y termina atacando a los turistas, es decir, al sistema. Se constituye en crítica del capitalismo salvaje. Es la normal y justificada represalia de los olvidados y la forma de restablecer el equilibrio.
Leatherface es el matarife. Vestido con ropa para la ocasión, martillo y motosierra en mano, y una máscara hecha de piel humana, va despachando a sus víctimas y colocándolas en freezers o ganchos de carnicero. La división del trabajo continúa con Drayton Sawyer, quien cocina la carne humana para los demás. Entre los comensales se encuentra el abuelo, histórico matador de animales, que apenas puede moverse, pero al que el beber sangre humana le produce un arrebato de éxtasis.
No obstante ello, se trataba de personajes con cierta incapacidad mental, causa de su ilegal accionar, con los cuales el espectador podía claramente diferenciarse, como lo hacía en su momento el europeo con el salvaje americano. Este modelo de antropófago se ve claramente alterado por la presentación del doctor Hannibal Lecter en El silencio de los inocentes (The Silence of the Lambs, 1991) de Jonathan Demme, cuya primera aparición se había dado en Cazador de hombres (Manhunter, 1986) dirigida por Michael Mann.
El gran valor del film de Jonathan Demme es haber instalado al canibalismo en el mismísimo seno de la sociedad, no como un elemento intruso, sino más bien propio, surgido de sus raíces. Lecter es profesional, inteligente, de gran retórica, escucha música clásica y es gran dibujante. Es que si él puede tener especial gusto por la carne humana, entonces nuestro vecino, primo, tío, cualquiera, puede tener igual preferencia.
A este mérito se le suman la historia de los rugbiers uruguayos perdidos en la Cordillera de Los Andes, obligados a comer a sus compañeros muertos para sobrevivir, que bien fuera retratada en ¡Viven! (Alive, 1993) de Piers Paul Read y en La sociedad de la nieve (2023) de Juan Antonio Bayona; el caso del asesino en serie estadounidense Jeffrey Lionel Dahmer, que practicaba el canibalismo con sus víctimas, y el caso del alemán Armin Meiwes, apodado el caníbal de Rotemburgo.
Este flamante panorama habilitó el surgimiento de películas sobre caníbales que apuntalaron nuevos conceptos. Resuelta la cuestión de la identidad del antropófago, es decir, habiéndolo mudado del terreno exótico de una remota selva indómita a nuestra propia sala de estar, comenzó la construcción de un salvaje por todos conocido: aquel que vemos por la mañana cuando miramos el espejo. A esta feroz bestia podemos encontrarla en un supermercado como en Fresh (2022) de Mimi Cave, pueden gestar una historia de amor entre sí y viajar por el país como en Hasta los huesos (Bones and All, 2022) de Luca Guadagnino, incluso sentarse a nuestro lado en el aula universitaria, tal como sucede en Voraz (Raw, 2016) de Julia Ducournau, un coming of age perturbador.
Pero entre todos estos films hay dos que se destacan. Por un lado, Sangre caníbal (Trouble Every Day, 2001) de Claire Denis. La película utiliza el recurso caníbal para retratar el trastorno y la abulia matrimoniales. Los antropófagos viven con parejas que no poseen su misma inclinación culinaria. Sus amantes los toleran, cooperan con ellos, y los aman. Viven reprimidos, intentando controlar su fiereza interior pero la vida en sociedad les resulta penosa. Como el Nosferatu de Herzog sufren su intrínseca condición. Asimismo, es notable que el deseo de consumir carne humana que experimentan los personajes se manifiesta con mayor intensidad en el momento del acto sexual, y fundamentalmente durante el orgasmo, reflejo instintual e involuntario del cuerpo humano.
Finalmente, Dumplings (2004) de Fruit Chan pone el acento en la búsqueda de la eterna juventud que emprende una ex actriz de telenovelas, y que cree haber encontrado en unas empanadillas chinas que tienen como ingrediente pedazos de embriones humanos. La cocinera de aquella particular pasta señala los beneficios que el plato le brinda a sus comensales: salud, juventud y belleza. Ella es la mismísima prueba de lo que ofrece, ya que aparenta muchos años menos de los que verdaderamente tiene.
No obstante ello, la obsesión por mantener su vital estado lleva a la protagonista a obsesionarse con el consumo de los misteriosos dumplings, trayéndole ello severas secuelas. El film también nos recuerda la necesaria desmemoria en que vivimos sumidos para comer alimentos provenientes del mundo animal. Sin ser un manifiesto vegetariano, logra hacer hincapié en esta especie de tabú que reina nuestros días. En la película esta separación, entre la materia prima y el resultado final, se da tan solo por una cortina; de un lado la sala comedor, del otro la cocina. Pero el mensaje final es inquietante porque cuando la actriz logra vencer la barrera de lo prohibido y visualiza que es lo que verdaderamente está comiendo, el disfrute es completo y hasta lo que ingiere tiene mejor efecto sobre su organismo.
BIBLIOGRAFIA CONSULTADA
– Bruno Bettelheim. “Psicoanálisis de los cuentos de hadas”. 1976.
– Jorge Martín García. “Retórica, abyección y horror caníbal en la Crónica de Indias”. 2019.
– Conner Angelle. “From Cruel to Cultured: The Progression of the Cannibal from the Rainforest to the Concrete Jungle in Contemporary Horror Media”. 2025.
– David Shames. “Consumption from the Avant-Garde to the Silver Screen: Cannibalism, Fetish, and Profanation”. 2020.
– Steve Rose. “Cannibal Holocaust: ‘Keep filming! Kill more people!‘”. 2011.



