
El prófugo: Una sombra ya pronto serás Por Elen Helen
Natalia Meta, directora de Muerte en Buenos Aires (2014), regresa al cine con su segundo largometraje, El prófugo (2020), inspirado en “El mal menor” de JC Feiling. La transposición de El Mal Menor al cine con El prófugo no es una traducción literal, sino que es un punto de partida, una toma de elementos para iniciar su propia obra. Es oportuno señalar aquí toda la cuestión de la transposición, bien desarrollada en “Cine y Literatura, Ritos de Pasaje” de Sergio Wolf y que sostiene que el problema que suscita la idea de que transponer equivale a traducir es que una traducción implica creer siempre que hay equivalencia entre los lenguajes, que se trata de encontrar palabras que tienen su análogo , que quiere decir lo mismo solo que en otro idioma o en otra lengua, y claramente esto no es así, toda transposición es una versión, nada más que una versión que en todo caso, puede inscribir su nombre en letras mayúsculas o bien puede tratarse de un objeto literario que el filme procurará olvidar o minimizar, y entre ambos extremos por supuesto, se abre una incalculable variedad de grados en una u otra dirección.
Volviendo ahora sí a la obra de Natalia Meta, una sinopsis rápida diría que prófugo trata sobre una joven doblajista y cantante lírica de Buenos Aires que conoce al hombre de sus sueños, pero, de pronto, todo se transforma en una pesadilla.
El prófugo recurre y refuerza aún más esos espacios de encierro, claustrofóbicos, escena como la del avión casi en la apertura de la película, la de la cueva en sus vacaciones en México o la sala de doblaje, lugar de trabajo de Ines son espacios que asfixian a la protagonista y a los espectadores. Con la escena en el avión y especialmente la de la azafata, el film rompe con un tono cuasi cómico para dar paso a lo onírico y a partir de allí cambia el tono
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Una película que se apoya en lo incierto para dar forma al terreno de la duermevela, ese espacio impreciso entre el sueño y la vigilia. Personajes y situaciones por momentos muy respetadas en relación a El Mal menor y en otros a libre voluntad de Natalia Meta y su obra.
En la escena en la que Inés conoce a Alberto que sube unas escaleras hasta donde encuentra Alberto afinando el órgano en el Centro Cultural Kirchner, ese camino recuerda a Vértigo (1958) de Alfred Hitchcock, un mundo en espiral, un loop infinito que no da tregua. Una película de clima y atmósferas enrarecidas, el cine de Lynch presente en cada fotograma. El quid de la cuestión está puesto en el deseo, en la subjetividad, una mirada propia y ajena que construyen el universo, el sentido y el ser, una película ontológica y heideggeriana en todo sentido. Algunas preguntas propias de la ontología son ¿qué es la materia? ¿Qué es el espacio? ¿Qué es tiempo? ¿Qué es el espacio-tiempo? cuestiones presentes tanto en la novela como en la película en tanto que presenciamos mundos paralelos que conviven.
La utilización del sonido, La voz, la voz como vehículo del inconsciente, o del otro mundo, del otro lado del cerco, este es el universo en el que se mueve, el sonido como límite, como frontera donde se permea esas huellas del otro mundo que pugnan por salir y cobran cada vez más fuerza. Lo plástico de la escena refuerza lo onírico y el artificio, la luz varía de acuerdo al ingreso de los prófugos, el doppelgänger que se genera en varias escenas de Inés, nos sumergen más y más en el mundo de la fantasía y el terror. La protagonista se desdobla y somos testigos, rehenes, espectadores de esa cristalización. Gran trabajo de la directora de fotografía Bárbara Álvarez, que en más de una oportunidad nos recuerda a las estéticas del giallo, al mejor estilo de Dario Argento.
El pulso narrativo de Meta deja al espectador en un estado de inquietud, de alerta permanente, una película sólida contundente pero que transita la ambigüedad, sacude los cimientos de la lógica, inscripta en lo inquietante se diferencia de la brutalidad del gore de “El mal menor”.
El Mal Menor de CH feeling tiene un tono amable y juguetón que pronto da paso a lo más siniestro, para culminar con un final truculento y desolador. El universo construido por Feeling es vitalmente puesto en escena por Natalia Meta, todas las herramientas del cine para poner en cuestión ¿Qué es lo que sucede? ¿Cuál es el hecho fantástico? donde termina el sueño y empieza lo real.
La locura, lo real y la cordura recorren andariveles misteriosos que pugnan por categorizar lo que ocurre.
La astucia del diablo es hacernos creer que no existe
Esta frase del poeta y ensayista francés Charles Baudelaire del siglo XIX sirve para resumir lo que sobrevuela en la película y en la novela. El juego entre lo claro y lo opaco, la novela es un punto de partida y de fuga, El prófugo es una sinfonía de elementos oníricos, una película de sombras, de incertidumbre, un deseo que siempre peregrina por senderos erráticos; a diferencia de “El mal menor”, el final de El prófugo es luminoso y es un cuestionamiento de la propia subjetividad, una visión posmoderna que golpea en lo más íntimo del ser.