
Lo único seguro acerca de la suerte es que cambiará (Casino) Por María Cabrera
Lo único seguro acerca de la suerte es que cambiará (Casino)
Por María Cabrera

Una explosión es la liberación simultánea, repentina y por lo general violenta de energía calórica, lumínica y sonora. Al consistir en una liberación brusca de energía, produce un aumento de la energía cinética local de las moléculas cercanas al centro de la explosión. Una explosión, por lo general es caótica, todo lo contrario, a algo remotamente controlado.
Martin Scorsese decide empezar su quinceava película de ficción, con una escena perfectamente coordinada entre vestuario, narración, efectos visuales, y sobre todo música, pero que retrata una explosión fuera de control. Esto es el desenlace natural de las acciones y motivaciones de los personajes de la película, llegando a su punto de ebullición. A su resolución única, natural e inevitable.
Casino (1995) de Martin Scorsese trata sobre la relación de la mafia con Las Vegas. Está basada en la historia real contada en el libro homónimo escrito por Nicholas Pileggi, quien también tuvo participación en el guion de la película junto a Scorsese. Ambos ya habían trabajado previamente en Toro salvaje (Raging Bull, 1980) y Buenos muchachos (Goodfellas, 1990). El libro narra la historia de Frank (Lefty) Rosenthal, quien comienza su vida como corredor de apuestas deportivas en Chicago, atrae la atención de la mafia debido a su genio con los números y se le asigna administrar casinos porque parece un hombre de negocios eficiente. Dirigió cuatro casinos para la mafia, y es su historia la que inspira la trama de la película.
En su octava colaboración con el actor, Robert De Niro interpreta a Sam «Ace» Rothstein, un judío-estadounidense dedicado a las apuestas deportivas y el juego de alto nivel, que es llamado por la mafia para que supervise las actividades de un casino ficticio llamado Tangiers en Las Vegas. Joe Pesci encarna a Nicky Santoro, basado en Anthony «The Ant» Spilotro, un miembro criminal de la mafia que existió en la vida real. Nicky es enviado a las Vegas para asegurar que el dinero que se sacaba ilegalmente de las ganancias del Tangiers llegara a manos de los jefes de la mafia. Sharon Stone interpreta a Ginger, la esposa de Ace, un papel por el que mereció un Premio Globo de Oro y una nominación a los Premios de la Academia como mejor actriz. Más allá de las premiaciones, cualquiera que vea la escena donde Ace y Ginger se conocen, sabe que el trabajo de la actriz es efectivamente hipnótico.
Casino se revela a sí misma en los primeros minutos, los títulos con imágenes de Las Vegas idílicas, casi un sueño y su música grandilocuente nos demuestran desde el primer minuto de metraje que va a ser un viaje al pasado, un pasado mejor, por lo menos en cuanto a lo que a nuestros narradores se refiere. Ace comienza como nuestro primer narrador, estableciendo que era tan bueno en las apuestas, que podía cambiar quien pagaba más en todo el país, su conexión con la mafia, y los teamsters (paraíso en la Tierra). Escuchamos la voz de Nicky, el segundo narrador, estableciendo su papel como “guardián” de Ace, y presentando una imagen encantadora de Ginger, el amor de su vida. Concluye: “… al final, lo arruinamos todo…” y sería la última vez que muchachos de “la calle” como ellos manejarían algo tan valioso. Crónica de una muerte anunciada.
De la misma forma se nos presenta el desierto, y la ciudad, los otros dos grandes protagonistas de “Casino”. La ciudad es donde sucede la magia, y el desierto es donde se solucionan los problemas. Hay muchos agujeros en el desierto.
El acceso que tenemos a este mundo ajeno a nosotros, con su propias reglas y personajes, es algo en lo que Marty destaca, y en lo que disfruta adentrándose. Ya sea la alta sociedad e Nueva York de 1870 como “En la edad de la Inocencia” (su filme inmediatamente anterior), la vida de el decimocuarto dalái lama como en Kundum (su filme posterior), y en toda su obra; el mundo del boxeo, el billar competitivo, la mafia de Nueva York, o el lado más corrupto de Wall Street. Scorsese es un hombre que vivió mil vidas.
En el minuto once, el director empieza a mostrar sus cartas, con las que va a jugar, hasta el river, por supuesto. Los jefes le ofrecen a Ace un casino, servido en bandeja de plata; una vida legitima llena de lujo, ¿y qué responde nuestro protagonista? “Si lo voy a hacer, tiene que ser a mi manera, sin interferencia”. Esta va a ser la fuerza mayor, abrumadora y explosiva que va a mantener el ritmo de la película. Todes les personajes quieren tener el control, absoluto, definitivo y final. Cada uno a su manera, con sus armas, y sus debilidades, hasta la muerte o la cárcel. Hasta arruinar Las Vegas, y llenar el desierto de problemas.
Ace dirige el casino con un puño de hierro, todo funciona milimétricamente, hasta el peso de los dados (y sus mujeres) y la cantidad de arándanos en cada pastelito. Un hombre fuera de lugar donde quiera que vaya, demasiado judío para ser parte de la mafia, demasiado corrupto para ser parte de Las Vegas, el conocimiento de todo lo que pasa le brinda una sensación de confort. Es como se siente seguro, sabiendo que sabe todo, controlando todas las probabilidades. Cualquier apostador ya puede ver el error en esta lógica. “Él apostaba como un neurocirujano”. Bueno, a todo cirujano se le ha muerto algún paciente.
Para el minuto quince, realmente conocemos a Nicky, en la virtuosa escena de la pluma. Nicky funciona en la narrativa como un foil o un personaje de contrapunto para nuestro protagonista. Un contrapunto es un aspecto de una obra de ficción que nos ayuda a entender otro aspecto por medio del contraste. Este término viene del inglés foil (aluminio), y su uso probablemente proviene de la fabricación de joyas, cuando se ponía aluminio junto a una piedra falsa para hacer que brillara más. En cualquier narración, un contrapunto es un personaje que contrasta con otro personaje para resaltar o diferenciar mejor ciertas cualidades del protagonista. Ace concluye la escena diciendo “… mientras yo trataba de entender porque el tipo estaba diciendo lo que estaba diciendo, Nciky ya lo había tirado al piso. No importaba el tamaño del tipo… hasta la muerte”.
Nicky solamente sabe ejercer el control por medio de la violencia y la impetuosidad, no darle a nadie tiempo para pensar, ni siquiera a sí mismo. Es el contrapunto perfecto para Ace. A través de uno, vemos las fortalezas y debilidades del otro. E inevitablemente, su destino.
El intermedio, es Ginger. Interpretada magistralmente por Sharon Stone. Cuando la conocemos parece tener a Las Vegas en la palma de su mano. Entiende cómo funciona todo, y por eso rara vez sale perdiendo. Entra a su matrimonio con Ace previo un acuerdo en joyas y efectivo, y una hija de por medio. Seguro, todo asegurado. Ella confía en su perspicacia ganada en las calles, en su belleza, y en su carisma para controlar a quienes la rodean. La realidad que es a través de la película, todes saben perfectamente quién es Ginger, y cuál es su próximo paso, siempre por delante de ella. Y no es que Ginger no sea inteligente, es que es una víctima. De su cruda infancia, de abusos, de sus adicciones y de quien tiene en sus manos las verdaderas riendas de su vida, un hombre que no llega al calibre de ninguno de nuestros personajes, por gusto, elegancia, inteligencia, valentía, pero es su abusador, el causante de su trauma y será para siempre suya: Lester.
Es posible que Martin Scorsese nunca sea el director elegido por aquelles que buscan odas a la amistad femenina o historias de empoderamiento sobre mujeres atrevidas. Los protagonistas más famosos de sus películas, Jake LaMotta y Travis Bickles, son violentos, machos y autodestructivos. Este privilegio de la masculinidad en su forma más brutal a menudo se cita como evidencia de que Scorsese tiene un punto ciego cuando se trata de la experiencia de las mujeres. Sin embargo, “Alice ya no vive aquí” (1974), “After Hours” (1985), “The Age of Innocence” (1993) y otras sugieren que el panorama es mucho más complejo.
Scorsese es un artista que sobresale en conjurar respuestas contradictorias. Juega con la identificación del público, la repulsión y el relativismo moral. Ignorar estas capas, su uso innovador y poco confiable de la voz en off, su mordaz sentido del humor negro y la forma en que entrena su ojo en los líos que hacen los hombres, es robarle a su trabajo su riqueza y complejidad.
La distancia crítica es clave, y Scorsese rara vez deja de criticar a sus hombres. Pocos de sus personajes salen ilesos de las repercusiones de sus acciones. Tomada caso por caso, la representación de la mujer por parte del director varía enormemente, desde el posicionamiento feminista de Alicia ya no vive aquí (Alice Doesn’t Live Here Anymore) hasta la crasa cosificación en El lobo de Wall Street (The Wolf of Wall Street, 2013). Pero todos confirman sus propias lecciones sobre el precio y la perspectiva de la feminidad, particularmente cuando las mujeres sufren a manos de los hombres. Sus películas tienen mucho que decirnos sobre las consecuencias del comportamiento masculino, especialmente para el sexo opuesto.
Justamente en este dueto de películas (La edad de la inocencia y Casino) Scorsese rectifica. En su adaptación de 1993 de la novela de Edith Wharton, La edad de la inocencia, presentó un par de interpretaciones femeninas: Michelle Pfeiffer y Winona Ryder, quienes interpretan los personajes más dinámicos e interesantes. Pero la película las objetiviza al enfocarse tan obstinadamente en el personaje masculino principal, un narcisista y ególatra dandy interpretado por Daniel Lee Lewis.
Ginger, por otro lado, recibe un tratamiento distinto, si bien es retratada como impredecible o voluble, es una víctima lindando con su trauma de la única manera que puede, y es un huracán en la historia. Una fuerza de la naturaleza tan destructiva para ella misma como cualquiera de los hombres que la rodean. Tiene agencia, voluntad, altera el curso de la historia, pero también tiene vulnerabilidad, y es un retrato en tres dimensiones de un ser humano. Stone en su labor, nunca lija los bordes ásperos de Ginger y sus explosiones estridentes y excepcionalmente físicas en el acto final de la película evocan una intensidad intrincada e incesante que a algunos críticos les gusta pretender que es la procedencia exclusiva de los hombres en las películas de Scorsese; están equivocades, y la actuación soberbia y legítimamente icónica de Stone es la prueba perdurable.
Además de la mafia, los teamstears, los protagonistas, “La torre inclinada”, el “FBI”, a la mamá de Marty, etc., el otro aspecto de notoriedad en Casino, es Las Vegas en sí misma. No sólo como una idealización y luego pesadilla, sino con todas sus personalidades. Para este “western urbano” el diseño de set juega un papel principal en el desarrollo de la historia. Los majestuosos palacios del Nueva York de otro siglo se transforman en fastuosos casinos de los 70, donde el lujo, y vulgaridad se mezclan constantemente. El diseñador de producción Dante Ferretti trabajó junto a Martin en ambos proyectos, así cómo en su siguiente cinta Kundum, donde además se daría un lujo que pocos humanos en la vida llegan a tener, trabajar con Roger Deakins. Aunque seguramente, el placer fue mutuo. Cómo casi siempre, en las tres aventuras, el montaje está a cargo de su mano derecha: Thelma Schoonmaker.
La autodestrucción es uno de los grandes temas de Scorsese, y Casino ofrece no uno sino tres personajes cuyas ambiciones descomunales los superan. El control es una necesidad humana básica, porque ayuda a navegar en el mundo y a tomar decisiones que nos benefician. La falta de control se traduce en impotencia e indefensión ante escenarios que parecen amenazadores. La conciencia de la mortalidad y el miedo a la muerte han sido parte de la condición humana a lo largo de la historia registrada, los seres humanos están “siempre a la sombra del conocimiento de que creceremos, floreceremos e, inevitablemente, disminuiremos y moriremos”. Los temas de la muerte y la herida de la mortalidad han aparecido mucho en el arte, la literatura, el teatro, la filosofía y la psicología antiguos y modernos. No es sorprendente que la muerte tenga el poder de evocar miedos de impotencia, separación, y sobre todo pérdida de control.
Nuestros tres protagonistas juegan en un mundo donde se vive y se muere por la espada, por eso intentan infructíferamente controlarlo. Es esto lo qué acaba destruyendo a nuestros personajes de a poco, la perdida de control.
El problema, es que están jugando en Las Vegas, y en las Vegas, la casa siempre gana.



