Blue Valentine – Los espíritus de la isla
Un asno sobre un violín y una canción para sobrevivir
Por Tamara Rey
A los 23 años el cineasta estadounidense Derek Cianfrance toma vuelo triunfando en Festivales Internacionales de Cine con su primera producción cinematográfica Brother Tied (1998), sus planos detalles y de luces y sombras remiten instantáneamente a los “rostros” de John Cassavetes en Faces (1968) cada encuadre priorizando las emociones ante la técnica. Un lenguaje visual que Cianfrance plasmará también en su segundo largometraje Blue Valentine – Una historia de amor (Blue Valentine, 2010).
«Cuando era niño, dos cosas me aterrorizaban más que todo: la guerra nuclear y el divorcio de mis padres«, recuerda el director. Esto último sucedió al cumplir 20 años, hecho que alimentó a la escritura de un proyecto dedicado por más de una década. Blue Valentine – Una historia de amor narra una historia de amor y desamor, Dean (Ryan Gosling) abandonó la escuela y trabaja para una empresa de mudanzas en Brooklyn cuando queda embelesado al descubrir a Cindy (Michelle Williams), él va a exponer más adelante su significativa y única ambición: regalar a Cindy una canción. Ella hace malabares con su vida (y lo seguirá haciendo durante todo el film), lucha constantemente por ser alguien, por una valoración a su ser de mujer y sus sueños.
El rodaje estaba planificado para 2008 en California, pero a causa del fallecimiento del actor Heath Ledger (padre de la hija de la actriz) pospusieron la grabación para un año más tarde en localizaciones de las ciudades de Pensilvania y Nueva York. Cianfrance comienza filmando primero las escenas que componen el cuadro de idilio entre los personajes para luego, y como estrategia de «¿hacia adónde va el amor?» montar una especie de impás ficcional en una casa con sus actores Michelle Williams y Ryan Gosling conviviendo realmente con el fin de ellos mismos improvisar la construcción de una historia de amor que llevaría a la desconstrucción y ruptura de una familia en el film. Éste recurso de aprisionar a sus actores para fortalecer el desarrollo de los personajes lo vuelve a idear en el rodaje de La Luz entre los océnaos (The Light Between Oceans, 2016) con Michael Fassbender y Alicia Vikander quienes tuvieron que pasar un mes aislados en un faro. Para Freud: “los temores emergen cuando se rompe la ilusión de que el otro vino a complementar o salvar nuestra monótona vida en soledad”
En ficción, ese quiebre entre dos amantes puede contarse de manera estrafalaria como en La guerra de los Roses (The War of the Roses, 1989) o puede aterrar conocer lo más íntimo y obsesivo de una pareja al ver el toallero o la despensa ordenada simétricamente en Durmiendo con el enemigo (Sleeping with the Enemy, 1991). O tal vez a la inversa en su forma narrativa, atravesar un camino de sentimientos de rechazo y manipulación para en un desenlace encontrarse verdaderamente, Al otro lado del mundo (The Painted Veil, 2006).
Martin Faranan McDonagh autor de películas como Escondidos en Brujas (In Bruges, 2008) y Siete psicópatas (Seven Psychopaths,2012) es un director de cine y dramaturgo británico. Con tan sólo 16 años, sus padres regresan a Irlanda su pais de origen y él junto a su hermano mayor John Michael McDonagh (guionista y director de cine) quedan en Londres debiendo dejar sus estudios y subsistir de ayudas sociales y de pequeños trabajos. Apasionado por la literatura escribía obras para la radio y la televisión hasta que en 1996 «La reina de belleza de Leenane» le valiese el premio del Círculo de la Crítica Teatral británica. Su primera obra cinematográfica fue Six Shooter (2005) protagonizada por Brendan Gleeson, actor irlandés elegido en varias películas y por ambos hermanos, obtuvo el Premio Oscar al mejor cortometraje.
Admirador de quien se presenta a sí mismo como: “Me llamo John Ford y hago películas del Oeste”, Martin McDonagh se focaliza en la creación de un guion gráfico en sus preproducciones, una singularidad irreprochable que se ve reflejada en su obra terminada.
En Los espíritus de la isla (The Banshees of Inisherin, 2022), ambientada durante los años de la guerra civil en la isla de Inisherin, Colm (Brendan Gleeson) ignora abruptamente a su mejor amigo Pádraic (Colin Farrell) quebrando un ritual de cervezas y charlas insustanciales compartidas juntos durante casi toda una vida.
Situar el relato en Irlanda significó para McDonagh la conexión con su historia familiar. El rodaje tuvo lugar en Los Ángeles, Detroit y en las Islas Aran. Al transcurrir en una isla ficticia el director quería que fuera algo más mítico, la locación de la casa rural del personaje Pádraic se eligió en un terreno donde no había nada construido teniendo en cuenta el ángulo del sol y la vista para poder rodar a través de las ventanas, así como se creó en la casa de Colm un espacio con reminiscencias de los cuadros del artista Vincent Van Gogh y una colección de objetos que contextualizan al personaje. En lo alto de los acantilados de la costa suroeste se construyó el pub donde concurrían Pádraic y Colm, y en Purteen Harbour se construyó una calle portuaria con tiendas al estilo de los años ´20.
“Rodar a través de puertas y ese tipo de tropos ‘johnfordianos’ fue algo que exploramos en la etapa de guión gráfico. La historia se prestaba a esta idea de dos pistoleros casi solitarios que se enfrentan y desatan riñas en la taberna local”, señala McDonagh.
En los infortunios se considera a los amigos como único refugio
Podría ser la simbología del agujero en la pared con el poster de Raquel Welch en Sueños de libertad (The Shawshank Redemption, 1994) o el Ford Thunderbird descapotable a punto de caer hacia el vacío, en su máxima expresión de libertad, en Thelma y Louise (Thelma & Louise, 1991), o por el contrario, esa dupla de complicidad entre dos estafadores para uno de ellos terminar traicionando al otro en busca de salvarse sólo, Nueve reinas (2000).
En la película Los espíritus de la isla cuando Colm le manifiesta a Pádraic, un personaje de una ingenuidad maravillosa, que le queda poco tiempo de vida y desea invertir ese tiempo en algo fructífero, Pádraic cree su amigo va a morir, algo más aliviador que darse cuenta lo está corriendo de su vida poque ya se aburrió de él.
En la isla de Inisherin todos están solos y aburridos, beber unas cervezas, ir a la Iglesia o estar a la espera de escuchar noticias que suceden en otras partes son lo que da un sentido de existencia a los pocos que habitan allí, no es el caso de en Banda aparte (Bande à part, 1964) en donde ambos personajes sí que se divierten excepcionalmente y contarse las noticias de los diarios son sólo un paréntesis en su día.
El plan de Colm para los años que le quedan por vivir es terminar de componer una canción, “Las almas en pena de Inisherin” (The Banshees of Inisherin, “Banshee” es característico del folklore irlandés y representa a espíritus femeninos que son presagios de muerte). Una magnífica contradicción por parte del personaje quien al mismo tiempo amenaza a Pádraic en que si continúa insistiendo en verlo va a cortarse cada uno de sus dedos de la mano izquierda, lo que haría imposible tocar el violín.
Cuando no pasa nada se inventa, y se desnudan hasta los más misérrimos humanos, una escena increíble es cuando el personaje de Gary Lydon, quien es jefe de policía, alcohólico y abusador de su propio hijo Dominic (Barry Keoghan), invita a Colm para ir a tierra firme y le comenta que ejecutarán a jóvenes del Ejército Republicano y seguidamente expresa «No, creo era al revés, ya veo difícil seguir las noticias».
Todos son personajes en pena, vagando en un mundo perdido. Colm acompañado por su perro, Pádraic acobijándose en su mula Jenny «¿Qué dices Jenny?, ¿dices que vayamos al bar juntos?» le pregunta él, su hermana Siobhán (Kerry Condon) se refugia en la literatura y llora en silencio por la noche, así como Dominic, un joven ya corrompido por su padre y sin tener qué hacer, más que como último recurso desolador coquetear a Siobhán.
En Blue Valentine – Una historia de amor, Dean reserva una noche en una habitación «futurista» de un motel en busca de reencontrar ese enamoramiento existió alguna vez con su mujer. Un escenario teñido de azul que embriaga con frialdad hasta el rojo de los pétalos de rosas y el vino de las copas, un dormitorio funcionando como especie de nave giratoria donde el director refleja una atmósfera espacial de un tiempo y un amor que ya se esfumó. Dean insiste y tal vez el espectador también en continuar volando en esa cápsula superflua pero allí mismo Cindy va a plantearle a Dean si piensa en hacer algo con su vida. En medio del relato visual se dislumbra un instante de armonía mediante un flashback (todo el film transcurre de manera no lineal empleando éste recurso) de cuando ellos son jóvenes y él le concede un obsequio: la canción «You and me» (Penny & the Quarters).
Una canción que tiene un fascinante detrás de escena, la cinta original había sido grabada a principios de los setenta pero los creadores no habían dejado registro alguno. Después de años de búsqueda por parte de periódicos y coleccionistas de discos antiguos descubrieron la voz era de Nannie Sharpe, la había grabado a sus 22 años en una sola toma junto a sus tres hermanos en los estudios Harmonic Sounds, Price tuvo la idea de financiar un disco sencillo y buscó al compositor Jay Robinson. La cinta quedó archivada durante cuarenta años y parece ser que Robinson miró sus bolsillos en busca de alguna inspiración y sólo encontró una moneda de un centavo y tres de veinticinco (en Estados Unidos se le llama “penny” al centavo y “quarter” a la moneda de un cuarto de dólar).
Cianfrance proyecta en Blue Valentine encuadres de una desprolijidad visual extraordinaria, el uso de cámara en mano y de primerísimos primeros planos registran la autenticidad y complejidad de las emociones de los personajes, mientras McDonagh en Los espiritus de la isla despliega esa profundidad de campo sobre trípodes y claroscuros, los diálogos son tan esenciales como la inmensidad del paisaje.
Dos tramas escritas por ellos mismos, ambientadas en distinta época y separadas por un continente. Dos cineastas con distintas huellas de vida y estilos cinematográficos. Dos películas disímiles en cuanto a su forma narrativa y composición artística pero ambas contadas a partir de una misma y sencilla premisa de un personaje suplicar a otro se aleje de su vida.