
Un aquelarre interminable Por Lucas Ibañez

Despiertan fascinación al igual que terror. Su despliegue de poderes es tan diverso como popular y canónico: son visibles y estrafalarios o, a veces, más sutiles y etéreos.
Están quienes, afianzadas en su identidad, se autoperciben sin conflicto alguno; y por otro lado están las que aún exploran esta faceta, tímidas o lanzadas, y descubren un potencial que solo comparten con otras como ellas. Usan sus poderes voluntariamente o son producto de un accidente, de un temperamento, una emoción que las domina (en general la ira). Las brujas fueron temidas durante siglos y perseguidas a lo largo del mundo.
Los efectos de los hechizos son casi siempre de carácter negativo y se apoyan en efectos visuales o prácticos. Las metamorfosis, el engaño y la transformación son recurrentes. Muchas veces las brujas buscan venganza. Suelen expresarse a través de hechizos, magia elemental, telekinesis, ilusiones ópticas, etc. Puede haber visiones y alucinaciones, en ellas mismas o provocadas en los otros a modo de una ficción alternativa en la que es sumergida la víctima. La transformación en bruja está relacionada-muchas veces- con un pacto con el Diablo, una traición a Dios y- como no- a los hombres, de manera contigua.
De acuerdo a Wikipedia, «el terror folk o terror folclórico es un subgénero del cine de terror y de la literatura de terror que se caracteriza por el uso de elementos del folclore para instigar miedo y presentimientos. Elementos típicos del subgénero incluyen entornos rurales, aislamiento y temas de superstición, religión popular, paganismo, sacrificios humanos y los aspectos oscuros de la naturaleza». Es dentro de esta categoría de terror que podemos inscribir al subgénero de brujas.
En films de este subgénero la bruja puede ser joven y hermosa o presentarse como una mujer anciana, amenazante y desagradable. A veces las dos facetas se dan en la misma persona, marcando una ambivalencia. Es curioso cómo se da el mismo fenómeno con el efecto que genera su sola presencia: fascinación o terror. Una de las acepciones de terror es «miedo muy intenso», pero que a la vez puede usarse en «sentido festivo», según la RAE.
Hay algo del aislamiento que se juega de diferentes formas en tres films muy distintos entre sí. Puede constituirse como exclusión en grupos de pertenencia en la escuela secundaria (las brujas se juntan entre ellas exclusivamente), tal como ocurre en Jóvenes brujas (The Craft, 1996). Puede ser producto del destierro y segregación de un grupo entero, tal como la familia de la protagonista de La bruja (The Witch, 2015).
O también puede ser resultado de una práctica religiosa, como es el caso de Viy, espíritu del mal (1967). Un sacerdote es enviado a custodiar durante tres noches el cuerpo de una mujer. El hombre está aterrado y recurre a diferentes rezos, plegarias y hechizos para espantar a la bruja.
Siempre hay un estado de sospecha (de algunos o la mayoría) y muchas veces de resolución, certeza o juicio sobre la existencia y el derecho a vivir de las brujas. En Jóvenes Brujas se habla abiertamente sobre la práctica y las protagonistas leen sobre hechicería. Una de las chicas sufre en su físico, en su cuerpo a partir de un tratamiento médico. Hay un espanto y un terror de los hombres a entrar en contacto con las brujas, en especial con ser tocados o tener sexo y una asimetría de poder inédita para los hombres. Los hombres quedan totalmente subyugados. La bruja es la única que puede abusar al hombre, es la única mujer que puede aterrorizar a los hombres.



