
El perfecto asesino: Echando raíces Por Gabriel Conversano

Un gran plano general recorre una gran extensión de agua, para luego llegar a otra igual de grande, pero que esta vez es de unos árboles que forman parte de unos parques, los cuales en el horizonte dejan ver grandes rascacielos de una ciudad que, mediante un corte, nos lleva a una avenida y de ese lugar, a unas calles de barrio y, por último, al frente de un local de comida donde, por medio de un fundido a negro, la imagen vuelve presentando a un yo de 10 años que mira totalmente absorto. El perfecto asesino (Léon, 1994).
Esta película de 1994, escrita y dirigida por Luc Paul Besson es la que considero la pieza cinematográfica que más me ha interpelado en los casi 130 años que este medio tiene, pero esta no es una simple opinión, por lo que, me quiero dar a la tarea de explicar por qué considero a esta producción la mejor de todas.
Durante la preproducción de El quinto elemento (The Fifth Element, 1997) se suscita una serie de problemas, los cuales terminan deteniéndola momentáneamente. Frustrado por esto, Besson decide ponerse a trabajar en otra cosa, como para no perder el tiempo. Es en ese momento donde recuerda al personaje de Victor Nettoyeur de Nikita (La Femme Nikita, 1990), un tipo duro e implacable que, vestido con una gabardina y lentes oscuros, carga una pesada maleta, con la cual “limpia” los errores más grabes.
Él siempre se preguntó qué más tenía para contar este personaje y, aproximadamente en 30 días, escribe una truculenta historia, creando una identidad autoral, un arquetipo que es usado hoy en día, el cual sigue influyendo a otras producciones en todas partes del mundo por sus virtudes artísticas y por qué desde principio a fin y con tantos visionados que no se podrían calcular, se sigue manteniendo relevante en el tiempo como un clásico de culto. Una vez que este guion y un presupuesto -al que muchos calificaron de “independiente”- fueron aprobados, se comenzó a darle imagen a todo esto, siendo el primer elegido Jean Reno, para interpretar a Víctor.
En una entrevista, el actor comenta que el motor de la acción de su personaje es lo emocional Leon no es una persona extremadamente inteligente, no es alguien elocuente, entonces solo le quedan las emociones. Su instinto de supervivencia, su lealtad a Tony que fue quien lo ayudó cuando llegó a América y el recuerdo de su amor que no fue. Lo maravilloso es que con tan pocas herramientas y con toda esa caracterización de tipo duro de western, logra componer un personaje tan entrañable y único que 30 años después sigue capturando la atención del público.
Pero no solo Reno se luce, otras dos actuaciones destacan con tanto o más impacto que las suyas. Una es la de Gary Oldman, que como siempre demuestra, es uno de los mejores actores de su generación, componiendo a una bomba de tiempo humana llamada Norman Stansfield, agente de la DEA que perpetra el asesinato a sangre fría de la familia de la protagonista. Con los minutos justos en pantalla, Oldman logra aterrorizar con su actuación volátil y desenfadada, con sus justas pero precisas improvisaciones sin caer en la parodia y reafirmando por qué directores como Francis Ford Coppola, Oliver Stone o Tony Scott lo convocaron en su momento.
Y, por último, pero no por eso menos importante, es su protagonista Mathilda. Encontrarla no fue tarea fácil, con talentos como el de Kirsten Dunst, Liv Tyler o Christina Ricci. La elección fue para una ignota joven de once años llamada Natalie Portam. La actriz, luego de tres audiciones en donde tuvo que improvisar, se quedó con el roll y bajo una muy acertada supervisión de sus padres crea a este icónico personaje del cine, con una carga emocional apabullante, con polémicas que a día de hoy nos hacen reflexionar sobre el trato al talento joven en el espectáculo y marcando el comienzo de una carrera que no haría otra cosa que dejar éxitos.
El desafío del antes, durante y después fue duro para Portman, pero ella, frente a los enormes talentos, mostró estar a la altura y poder atravesarlos, logró que Reno deje de fumar y es algo que él le sigue agradeciendo. Gary Oldman la aconsejo como una igual en todo momento sobre lo laborar y lo actoral, lo que los unió mucho y les permitió desenvolverse en las escenas que tenían juntos de otra manera. En palabras de su director, el trabajo de Portman en el set era de veinte minutos aprox, luego de eso se detenía para jugar, pero prestaba mucha atención a sus compañeros de elenco. En palabras de Portman, el recuerdo que esta experiencia le dejó es el siguiente: “En mi vida profesional me tomo tiempo para encontrar mis propias razones para hacer mi trabajo. León se estrenó cuando tenía 13 años y todavía puedo citar lo que un diario dijo sobre mí. La señorita Portman posa mejor de lo que actúa (risas), pero hoy en día sigue siendo la película sobre la que más se han acercado las personas para decirme cuánto les encantó, cuánto les conmovió y que es su película favorita”
Todo esto fue rodado en 90 días, todos los interiores en Francia y sus exteriores en Estados Unidos. De hecho, por momentos se puede ver a los transeúntes mirar a las cámaras porque no se habían tramitado los permisos. Otro apartado destacado es su música, con bajos de cuerda dramáticos, el uso del sonido ambiente que dota de más realismo a la historia y la elección de Shape of my Heart de Sting que durante los créditos nos ayuda a reflexionar más aún sobre la historia. En una entrevista, su compositor Éric Serra dijo que, si tuviera que elegir uno de sus trabajos como su favorito, sería el de El perfecto asesino.
Con el paso del tiempo muchas veces se le preguntó a Besson sobre una secuela, que según él tenía escrita, pero por problemas con la productora nunca se llevó a cabo, pero algo de todo eso se puede ver en Venganza despiadada, (Colombiana, 2011). En lo personal, esto es un desatino por parte de su director y de la mayoría del público. Léon jamás quiso esa vida para Mathilda. Tony respeta esta decisión, es por eso por lo que no le da trabajo como limpiadora cuando ella se lo pide y es que el arco del personaje no se puede ignorar. El único camino viable para Mathilda es alejarse de esa vida sórdida y ella de peligros, tener una vida llena de alegría, poder dormir en una cama, no volver a estar sola, amar y ser amada y poder echar raíces.

