
Señales: El plot twist no siempre está al final Por Erica Zur Werra
Una de las preguntas más difíciles de responder es ¿Cuál es tu película favorita? Elegir entre años de filmografía es complicado ¿En qué me focalizo para seleccionar? ¿director, genero, actores, historia?
Todo es válido y no excluyente. Pero hay algo más que ronda por la cabeza ante esta pregunta ¿tengo que ser políticamente correcto y elegir una de las películas que socialmente estan aceptadas como las mejores? Y la respuesta es no, tu película favorita puede ser una, pueden ser muchas e incluso ir cambiando. Por eso cuando tuve que pensar en una sola opción, recurrí a la memoria emotiva y seleccioné una de las tres primeras que me vinieron a la mente. Todas tenían varios puntos en común, notas de terror, suspenso y/o ciencia ficción, aunque ahora que lo pienso había una cosa más que las une profundamente: seres del espacio exterior. Las que quedaron eliminadas fueron, It (Eso) (It, 2017) e Interestelar (Interstellar, 2014). La elegida, Señales (Signs, 2002) la quinta película del director M. Night Shyamalan, la tercera para Hollywood.
En aquel momento, no fue Shyamalan el motivo de mi interés, sino su actor protagónico Mel Gibson y los extraterrestres. Por supuesto, sentó un precedente de lo que luego sería mi peregrinación ante cada obra del director.
Con 12 años fui al cine a ver esta maravilla, después de haber incursionado con la temática unos años antes con Dia e la independencia (Independence Day, 1996) mi gusto por el espacio parecía estar ya determinado y Señales no hizo más que fomentar y sumar más expectativas al género.
Para ponernos en contexto, la historia se centra en una familia integrada por Graham Hess (Mel Gibson) el padre, sus dos hijos Morgan (Rory Culkin) y Bo (Abigail Breslin) y por último su hermano Merrill Hess (Joaquín Phoenix). Ellos estan atravesados por una tragedia familiar, ya que la esposa de Graham falleció en un accidente de tránsito a manos de un conductor que se quedó dormido al volante. Y si bien pasó un tiempo, aun esto está presente en la vida de todos. Tanto es así, que Graham desde aquel momento, renunció a lo que era su vocación, ser cura. Su pérdida de fe, abarca todos los aspectos de su vida y no lo deja ver más allá de lo cotidiano. Por otro lado, también tenemos a su hermano, quien tenía una carrera prometedora como jugador de beisbol, pero que luego de una terrible temporada, tuvo que abandonar esta vocación, o podría decirse que la vocación lo dejo a él. Como Graham, también está perdido en la vida, a mitad de camino, desdibujado. Por supuesto, no nos olvidamos de Morgan y Bo, dos pequeños con características muy particulares que nos regalaran diálogos profundos y acciones muy significativas para el desarrollo de la obra.
Esta familia vive relativamente tranquila en su casa en el campo, hasta que eventos que van más allá de sus creencias comienzan a suceder. Los extraterrestres amenazan a la humanidad y estan entre nosotros. ¿Qué diferencia tiene esta película de otras con la misma temática de dominación alienígena? ¿Qué le sumó Night M. Shyamalan?
Empecemos por decir que -si bien a mí me gusto desde el primer momento- fue una película que ganó su reputación con el paso de los años, fue la que dividió a la crítica con respecto al director, y si hay algo que le gusta a la gente, es destruir al que está arriba, y Night estaba muy arriba. Se le pedía algo que después se le iba a criticar ¿Dónde está el plot twist? Respondería que, en todos lados, no se necesita llegar al final para encontrar asombro.
Desde el comienzo el director nos muestra simbolismos, pistas de lo que está sucediendo con esta familia y de lo que le deparará el futuro. Las señales no son solo las que aparecen dibujadas en la plantación de maíz o las mostradas en la televisión cuando los aliens ya llegaron. A partir del minuto uno, Shyamalan nos planta semillas.
En su obra son fundamentales tres cosas, el tutor, el aprendiz y las segundas oportunidades. Si nos vamos al año 2001 con Sexto Sentido (The Sixth Sense), lo vemos en los personajes de Bruce Willis y Haley Joel Osment. Él cómo analista debe reivindicarse, debe creer en su nuevo paciente y no volver a repetir sus errores, es su segunda chance para ayudar a alguien y comprender sus dones. De la misma manera, Graham es desafiado a creer en algo más, en afrontar la realidad y su ateísmo adquirido para darle una segunda oportunidad a su familia y su fe. No porque Dios sea la salvación en sí, sino porque la fe y confianza en sí mismo, lo pueden sacar adelante. Él se convierte en el guía, el tutor, quien detectará al personaje especial y logrará que demuestre su poder en el instante indicado, en el momento de vida o muerte. Será quien tiene las herramientas para unir todas las piezas y entender el por qué y el para qué. Nada está puesto al azar. Hasta quien cometió el accidente donde muere la esposa del protagonista tiene su revancha brindando información valiosa para la resolución de la trama.
Todas las encrucijadas se destraban con una nueva tragedia. La primera los venció y los dejo separados, perdidos. La segunda les demostró para que estaban ahí. Incluso se podría decir que la tragedia inicial, era necesaria, Graham no puede escapar de su pasado poruqe es necesario para su futuro. Tiene que ver con claridad, con tanta claridad como la que se observa en el agua de los vasos que su hija deja a medio terminar por toda la casa. El conjunto de migajas desperdigadas por todo el film, se logra unificar a la perfección en una sola escena, haciendo perfecta a esta película.
Cada personaje está ahí porque corresponde, nada sobra, todos tienen un propósito, una característica necesaria para sobrevivir. Pero siempre en conjunto. Situación que se puede ver rápidamente en la escena del walkie talkie, donde logran alcanzar la señal perfecta cuando estan todos juntos, haciendo una cadena humana arriba del capo del auto para captar mejor los sonidos. Solos no podían, pero juntos sí.
El plot twist “shyamalano” no estuvo al final, estuvo en la comprensión del último encuentro entre Graham y su esposa. Insisto, cuando en una película, todas las puntas que se abrieron son posibles de cerrar en un único momento, lo que se nos presenta es la excelencia, incluso mejor que solo un final desconcertante. Estamos ante el cierre de una historia fantástica en donde la invasión extraterrestre queda enmarcada dentro de algo más simple y cotidiano, la resolución de un trauma familiar que fue marcada por algo exterior, por una situación que los supera y no pueden controlar, solo reelaborar. Lo que en principio parecía primordial, termina pasando a un segundo plano. Una historia implacable al paso del tiempo, para quien supo ver las señales.