
La invasión de los usurpadores de cuerpos: Una neurosis contagiosa o una epidemia colectiva Por Luciano Cundino

La tenía pendiente hace tiempo, incluso es una de esas películas que siempre aparece en algún top o libros de la ciencia ficción más clásica. Yo finalmente me encontré con ella durante la pandemia de COVID y que mejor momento para haberla visto que un contexto de paranoia, aislamiento y desconfianza. La referencia previa que tenia de Don Siegel era que las cuatro películas que había visto de este director me parecieron genialidades. Harry el sucio (Dirty Harry, 1971), El seductor (The Beguiled, 1971), Dos mulas para la hermana Sara (Two Mules for Sister Sarah, 1970) y Escape de Alcatraz (Escape From alcatraz, 1979) pero claro su carrera no se caracterizó solamente por sus colaboraciones con Clint Eastwood.
En esta oportunidad, Siegel adapta la novela de ciencia ficción escrita por Jack Finney The Body Snatchers la cual relata una invasión alienígena que se desata en un pequeño pueblo de la Norteamérica profunda, con el objetivo de escalar hacia una invasión global. El método se basa en la replica de cada uno de los habitantes de manera que sean totalmente inhumanos, sin capacidad de sentir. Algo curioso es que la adaptación cinematográfica comienza de manera no lineal, un aspecto no muy típico del cine de aquella época, en la cual el protagonista se encuentra a los gritos desquiciados alertando que los seres humanos estamos siendo reemplazados por extraterrestres para luego ser llevado a una estación de policía en donde nos ira narrando que fue lo que sucedió.
Una de las primeros aspectos que quiero destacar es la facilidad con la cual uno como espectador se pone en el lugar del protagonista, Miles Bennel, el doctor del pueblo de Santa Mira, lugar en donde se desarrollan los acontecimientos. Desde el primer momento contamos con la misma información que Miles. Algo está pasando en el pueblo, la gente parece no ser la misma y no sabemos porque. A medida que va corriendo el metraje, la tensión va escalando y pasamos de la inquietud y luego al terror total. No por abundancia de imágenes grotescas, sino por la atmosfera opresiva que se genera alrededor del doctor y los personajes que lo rodean.
Tomada en cierta forma como una parábola del Macartismo. Aquel periodo en el cual un senador de nombre Joseph McCarthy impulsó una “cacería de brujas” contra ciudadanos norteamericanos sospechados de comunistas. Esto implicaba que todo aquel que estuviera bajo el radar de participar en actividades de inclinaciones comunistas era perseguido para posteriormente ser enjuiciado. Si tomamos en cuenta la época en la cual se desencadeno esta persecución de carácter político, la cual fue principalmente durante la primera mitad de la década de 1950, esta teoría tiene mucho sentido ya que la película en cuestión se estrenó en 1956.
Teniendo en cuenta lo manifestado, personalmente confirmo que ese mito es bastante acertado una vez que uno como espectador se enfrenta a la película, ya que es un duelo constante entre gente que aparenta ser lo que no es frente a los ojos de quienes los rodean. Citando una escena que puede ejemplificar lo descripto, hay un momento en el cual la pareja protagonista tiene que caminar por la calle fingiendo que son parte de los invasores. Tienen que ocultar emociones, tienen que pretender ser parte del bando contrario para poder escapar de una situación de peligrosidad.
El conflicto, la simulación y la amenaza. Estos tres aspectos definen esta mítica película que con apenas una hora y media de duración consigue que uno se entregue fervientemente a esta historia fantástica desde todo punto de vista. Tanto en forma como en fondo.

