
Asesinos por naturaleza: Mallory, yo y mi otro yo Por María Cabrera
Jurassic Park (1993) es y siempre va a ser mi película favorita, ¿cuánta gente alrededor del mundo podrá decir lo mismo? ¿Millones? Scream: vigila quien llama (“Scream”, 1996), Midsommar: el terror no espera la noche (Midsommar, 2019), Noche alucinante (Evil Dead 2, 1987) son algunas de mis películas de terror preferidas, mi género preferido. Muchas son las películas que podría haber elegido cualquier día de la semana, y Casino (1995) debe ser la película que más veces vi en mi vida. ¿Por qué no las elegí para esta consigna? Porque el día que tenía que decidir, pensé en Asesinos por naturaleza (Natural Born Killers, 1994), y que perfecta elección que es. Cuando yo vi Asesinos por naturaleza estaba aún en la secundaria, allá por el 2004 con 15 años. Ya cinéfila y feminista, me la mostró un amigo, y el mundo cambió un poco de color para mí.
Gran ambiente de los ‘90s, perfecto para la nostalgia de alguien que nació en el ’89, 4 de mis actores preferidos, un guion demente escrito por Quentin Tarantino, dirigida por uno de los mejores directores de la historia del cine Oliver Stone, relevante siempre, y con una singularidad tan única como yo. Podría haber escrito sobre “Jurassic Park”, muchísimo, pero cuanto más valioso es poder volver a ver una película como sobre la que escribo, amarla cada vez más, y poder transmitirlo, por si alguien se la perdió.
Oliver Stone ya había dirigido clásicos del cine universal como Pelotón (Platoon, 1986), Nacido el 4 de julio (Born on the Fourth of July, 1989) y JFK (1991), antes de tomar el guion de Asesinos por naturaleza. Claramente la violencia, y como el ser humano la procesa son temas que se pueden seguir a lo largo de su filmografía hasta el momento, y este periodo denota una mirada muy única para retratar todo tipo de terror, no solo el físico.
La película empieza con una escena que podría haber sido similar a la primera de Tiempos violentos (Pulp Fiction, 1994) en el restaurant. Pero ya habiendo visto el debut de Quentin muchas veces, las escenas son completamente distintas, y la de “Asesinos…” me sigue pareciendo hipnótica.
La película usa durante gran parte de su metraje los planos holandeses y diferentes estilos dentro de la misma escena para mostrar como un personaje se siente, se ve y como es percibido por les demás. En este momento Mallory (Juliette Lewis) con un look muy rockero que siempre quise tener; está bailando sola, cuando algunos hombres entran al bar. Aun mirándola hoy es una maravilla como el director pudo retratar lo animalista de la mirada masculina de estos personajes que aparecen en escena. Cuando uno de ellos se propasa, Mallory recurre a la violencia, y como una combinación de ninja, rockera y fuerza de la naturaleza, lo vence sin problemas; una chica que no debe de haber pesado más de 50 kg. Entiendo que mi postura en la vida debería ser más Martin Luther King Jr. y menos Malcolm X, pero la satisfacción de esta venganza en pantalla, de estos pervertidos teniendo un poco de lo que se merecen, es aún catártica. Y esta es la magia del cine, quizás todas las feminidades del mundo quisiéramos poder hacer eso alguna vez, pero no es real, y es más probable que terminemos como otra estadística que como una antiheroína.
En ese momento se levanta Woody (o Mickey) con un estilo muy blanco para un asesino en masa, pero que será la imagen para la posteridad de la película, y aún sin saber nada del personaje, exuda punk, antisistema, fuera de las márgenes de la sociedad. Y para mi yo adolescente, esto también era un poco yo. Era cool, se veía bien, y podía ser el centro de una película. Mallory y Mickey, aunque no existen, me enseñaron que lo que se aleja un poco de los márgenes también puede ser deseable. Por supuesto mientras que une sea hegemónico. El único personaje representado como no hegemónico por la película es tan terrible como Mickey, pero por supuesto es el villano, en esta vieja y aburrida tradición de asociar a lo feo o desagradable con la maldad.
El actor que representa a este policía es Tom Sizemore (un hombre bellísimo), quien falleció el año pasado, y se ganó nuestros corazones en Rescatando al soldado Ryan (Saving Private Ryan, 1998) y La caída del halcón negro (Black Hawk Down, 2001) donde hace de un tipo que está siempre teniendo un mal día, con un corazón de oro. Redención.
Luego el guion nos lleva al momento en que se conocieron, una de las muchas escenas que quedó grabada en el inconsciente colectivo. Al estilo de I Love Lucy (una comedia de televisión estadounidense que se emitió en la década del ’50 en Estados Unidos) se nos presenta la vida hogareña de Mallory, donde sufre un grado muy realista de violencia intrafamiliar (el 93% de los perpetradores de abuso sexual infantil son personas conocidas por su víctima. 34% son miembros de su familia.) donde el abuso sexual y el maltrato físico son parte de la rutina de nuestra protagonista. La ambientación y los tracks de risas que escuchamos de fondo hacen referencia al programa “I Love Lucy”, pero podría ser cualquier sitcom familiar de antes de los ‘90s. Donde el foco estaba puesto en la familia nuclear tradicional y ayudaba a inculcar sobre los valores de la época y de algún modo adoctrinar en el deber ser. Lo que vemos en esta contraposición es la verdad escondida en muchas de las casas de Estados Unidos y el mundo. La violencia es una epidemia, y la suelen sufrir las mujeres y les niñes de la familia.
Esta escena donde se presenta la vida familiar de la protagonista, y en la que Mickey “la rescata” tienen un grado de violencia muy alto, muy visceral, y aún así tienen un tratamiento similar a una comedia. No es raro ver esto en obras de Tarantino, pero si fue revolucionario para la época, antes de “Kill Bill” y ver decapitaciones en medio oriente como parte de la rutina televisiva. El teatro griego es una de las grandes creaciones de la humanidad. Abrió camino a todas las manifestaciones teatrales posteriores e inspiró y sigue inspirando a muchos otros autores. Se presenta bajo tres modalidades: la tragedia; la comedia; y el mucho menos conocido drama satírico. En un mundo donde todo es drama, como el de “Asesinos…”, todo es sujeto de comedia.
Por último, la sexualidad de Mallory durante el largo del film es claramente un tema sobre el cual el director quería hacer foco porque escenas muy similares se repiten 3, o 4 veces. Mallory es un ser muy sexual, pero ella es, a partir de su “rescate” la dueña de esa sexualidad, incluso negándose a los pedidos de Mickey. Ella, como todas las mujeres tienen el derecho de ser sexuales abiertamente, sin que eso sea una invitación para nadie sin consentimiento. Cada vez que un hombre se impone físicamente sobre Mallory ella se trasforma en un torbellino de agresividad, terror, y un poco de justicia. Y en todas las escenas termina preguntando si aún la ven bonita.
Y la verdad es que no. Una mujer ejerciendo autonomía sobre su cuerpo no es deseable, a menos que es esté dispuesta a objetivizarse para los demás. A menos que esté dispuesta a servir.
Por todo esto, gracias Mallory por mostrarme que me debo a mi misma ser quien yo quiera ser. Espero hayas hecho eso por muchas mujeres, mi feminista y yo te agradecemos.