
Justicieros: La venganza (estrafalaria) de un lisiado, un gay, un obeso y un militar por Tamara Rey
Justicieros (Retfærdighedens Ryttere, 2020). Escrita y dirigida por el danés Anders Thomas Jensen se convierte en una tragicomedia al entrar en escena tres excéntricos personajes, Otto interpretado por Nikolaj Lie Kaas, Lennart (Lars Brygmann) y Emmenthaler (Nicolas Bro), unos auténticos y queribles frikis expertos en estadísticas y tecnología para sumarse a Markus (Mads Mikkelsen) en hacer justicia por la muerte de su esposa.
«Acá nadie va a matar a nadie, relájate», le dice Lennart en tono de calma a Bodashka, el muchacho inmigrante y víctima de prostitución, segundos después de la masacre por parte de Markus a la pandilla que estaba con él. El mismo personaje de Lennart quien se hace pasar por psicólogo de Mathilde (Andrea Heick Gadeberg), la hija de Markus quien está en un duelo por perder a su madre y lidiando con un padre apático y que ha estado ausente, Lennart finaliza la «sesión» diagnosticándole de que está gorda. Sirius, el novio de ella, le sugiere ayuda terapéutica a su suegro argumentando que un atleta soluciona sus crisis en una competencia, un profesor de yoga lo hace meditando y un militar acude a la violencia, a lo que Markus responde: «¿Y si eres panadero?»
Reír para resistir
Una tragedia puede estremecer o más difícil liberar una carcajada. La forma cinematográfica de contarlo es lo que la convierte en tal género: un drama atroz o una extraordinaria comedia. Según la describe el filósofo griego Aristóteles: «La comedia consiste en una representación de los hombres peores de lo que realmente son, lo cual posibilita que los espectadores se burlen de ellos”.
Tantos los gestos como las apariencias -así como la manera de moverse- las elecciones de vida, las frustraciones y la impotencia pueden ser muchas veces extraordinarios objetos de broma y discriminación y más aún si están exacerbados (en cuanto refiero a ficción inspirado tristemente en realidades de casi todas las culturas que atraviesan el mundo) un genio de la informática sobre excedido de peso accede a la búsqueda del perfil de un criminal a cambio de una pizza, un flaco con los pelos revueltos y ademanes afeminados se coloca un guante amarillo de limpieza y busca un desinfectante para quitar huellas en una golpiza seguida de muerte y un fanático de las estadísticas que camina por la vida cojeando. Caracterizaciones de tres personajes extraños que se aproximan a un militar, éste último en contraposición a ellos, termina surgiendo ser alguien tan vulnerable y en soledad, así como lo están aquellos.
La screwball comedy, comedia loca, sofisticada, o excéntrica, (Sucedió una noche, 1934, Frank Capra) que satirizaba las historias de amor tradicionales marca un hito en la historia del cine en los años ´30 en Estados Unidos, un subgénero de la comedia que nace en un contexto de crisis financiera a nivel mundial por un lado y las restricciones del Código Hays para las producciones cinematográficas por el otro. Esta idea alocada de manifestarse contra la corriente de valores implantados por una sociedad se plasmará también en el género de comedia negra (Doctor Insólito, 1964, Stanley Kubrick). Actualmente, cineastas como Álex de la Iglesia (El bar, 2017) y Martin Faranan McDonagh (Los espíritus de la isla, 2022) manejan el humor negro y la sátira con destreza en sus realizaciones.
El orden contra el caos
El psicólogo suizo Jean Piaget afirma que «la única manera de asegurarnos de no pasar por alto ningún objeto o de no contar el mismo más de una vez es poniéndolos en orden.» Contar números se da por estar inmerso en una ciencia exacta como ese genio matemático que termina enloqueciendo en su propio universo en Una mente brillante (A Beautiful Mind, 2001) de Ron Howard o incluso un espontáneo conteo de números puede simbolizar situaciones de conflicto, desde no poder dormir a situaciones extremadamente traumáticas.
«1,2,3 despierta…» exclama con desesperación el joven marinero en el filme Tormenta blanca (White Squall, 1995) del británico Ridley Scott, basado en la tragedia del Albatros en 1961 en que el barco se dio vuelta y se hundió.
«50, 49, 48…» cuenta en voz baja la niña sometida al tráfico sexual por parte de su padre y el poder político en la película de la cineasta escocesa Lynne Ramsay, You Were Never Really Here (2017).
«500 para atrás…» le aconseja contar el militar Markus a su hija Mathilde para poder ella conciliar el sueño luego de haber muerto su madre el día anterior al explotar una bomba dentro del tren donde viajaban juntas en el filme Justicieros.
Dice Anders Thomas Jensen: “Al principio, tenía tres historias diferentes: una película de acción, un drama y una comedia absurda. Para mí, tanto en la vida real como en el cine, lo mejor es cuando no sé si debo reír o llorar. Es cierto que a algunos les gusta saber exactamente lo que van a ver, pero a mí me gusta que me sorprendan. En Estados Unidos, a veces la gente se confunde, pero no creo que suceda en Dinamarca.”