El día de la bestia: El absurdo satánico por Jorge Pinzón Bermúdez
“Este es un aviso para los diez millones de gilipollas que están viendo este puto programa.
¡El fin del mundo es esta noche entienden! ¡Esta misma noche!”
Profesor Cavan
Mucho se ha dicho o escrito sobre el carácter referencial de El día de la bestia (1995) de Alex de la Iglesia. Lo que implico para el cine hispanoamericano en general y para el español en particular: la certeza de que el fantástico era posible en países en donde su tradición no era tan basta. El mito del anticristo sustraído de Hollywood en donde había sido utilizado con anterioridad por joyas del canon como Él bebe de Rosemary (Rosemary´s Baby, 1968) y La profecía (The Omen, 1976); totalmente tergiversado, deformado. La iconicidad de Nueva York, la campiña inglesa propia del terror folk o pagano de la Hammer de la década del 60’, o incluso Roma con todos sus vestigios presentes, son dejadas de lado. El pandemónium pasaba a estar ubicado en una Madrid asolada por el mal, que recibía al hijo de Satanás por primera vez en su historia dentro del séptimo arte.
En el cine español el género de terror, sin ser algo desconocido completamente, sí era una rara avis. El actor Narciso Ibáñez Menta y el director “Chicho” Ibáñez Serrador, su hijo, son probablemente sus representantes más legítimos. “Chicho” dirigió pocas películas pero las suficientes para marcar a fuego su nombre: La residencia (1969) y ¿Quién puede matar a un niño? (1976). A su vez dirigió y escribió uno de los grandes sucesos de la televisión española Historias para no dormir (1966-1968 y 1982) en donde su padre fue la estrella casi excluyente. Ibáñez Menta lograría un suceso similar en la televisión argentina con la tira El hombre que volvió de la muerte (1969) de la cual no solo era su protagonista sino también su creador.
Toda esta tradición produce una alquimia con el esperpento literario de principios de siglo XX del cual Ramón del Valle Inclán fue su principal referente y Divinas palabras (1920) su obra culmine. En dicho género la realidad se ve deformada por lo absurdo y lo grotesco, en donde lo que subyace a la forma es una crítica a la realidad social. El aporte del cine al esperpento tiene que ver con la reutilización y el uso paródico de los géneros cinematográficos. Las películas de Juan Carlos García Berlanga: Esa pareja feliz (1951), ¡Bienvenido Mr. Marshall! (1953) o Calle Mayor (1956) de Juan Antonio Bardem son ejemplos válidos. Lo que en Acción Mutante (1993) su primer largometraje, era sugerido por momentos de manera regular, alcanza una forma más definida y sólida en El día de la bestia.
Un cura vasco (Alex Angulo) descubre una antigua profecía que anticipa el nacimiento del anticristo en la capital española, en la navidad del año 1995. En dicho proceso conocerá a quienes van a ser sus dos camaradas: el heavy metal de Carabanchel José María (Santiago Segura) miembro de una banda de metal llamada “Satánica”, y el conductor de un programa de televisión sobre esoterismo y parapsicología el profesor Cavan (Armando de Razza) quien en realidad es un farsante. En el documental Herederos de la bestia (2016) el guionista Jorge Guerricaechevarria señala que el tono del film lo marcan sus personajes. Esta revelación resulta estructural dada la potencia que muestran los personajes que suelen escribir en conjunto en la mayoría de las películas de De la Iglesia.
El tono del cual habla Guerricaechavarria es el que da al director vasco su carácter autoral. El humor negro predomina en sus comedias alcanzando un aire enrarecido que muchas veces desconcierta e incómoda. Las escenas en donde aparece el abuelo de José María desnudo, y el supuesto exorcismo de un niño en el programa de Cavan, filmado como si fuera un found footage; se suman a las distintas muertes q suceden las cuales son bastantes explicitas. Mutilaciones, torturas y hasta un vagabundo que es prendido fuego vivo por el grupo fascista “Limpia Madrid”, el cual azota la ciudad, son ejemplos presentes.
Los protagonistas conjugan las características señaladas: sus construcciones y sus desarrollos están entrelazados con los géneros citados. Todos evidencian algún saber relacionado a lo que deben enfrentar, pero su andar durante todo el metraje es ridículo y poco creíble. Esta ambivalencia pone en juego la percepción del espectador dado que no termina de quedar clara la sanidad mental del religioso, ni de José María quien desayuna ácido lisérgico habitualmente. Cavan quien admite ser un farsante, y en un primer momento los acompaña en contra de su voluntad, parece ser el único consciente de la locura que demuestra la aventura emprendida.
El metalero que personifica Santiago Segura, mucho antes de ser Torrente, es hilarante. Angulo probablemente sea el más sobrio del trio. Vale nombrar al personaje de Terele Pávez, y los cameos de El Gran Wayoming y Enrique Villén, habituales colaboradores de De la iglesia que acompañan a la perfección. Pero la pregunta es ¿Por qué el profesor Cavan es un italiano que habla el español con acento absurdo e indisimulable? El carisma y magnetismo que genera es arrasador. El solo escucharlo hablar produce carcajadas. En Herederos de la bestia el director no puede evitar una mueca de risa cuando se refiere a dicho actor. Una imagen vale más que mil palabras.
La utilización que se hace de los televisores que aparecen en el film tiene su propósito narrativo, generalmente busca brindar algún tipo de información que ayuda a los personajes. La puesta en escena del programa de Cavan es prodigiosa. Dicha obsesión seria abordada en una de sus películas posteriores: Mi gran noche (2015), la cual sucede íntegramente en un set televisivo.
Hacia el final es donde aparecen los indicios más firmes que abren la posibilidad de que el componente fantástico y toda la travesía hayan sido reales y no un mero delirio. Esa escena que Nicolás Goldbart emula en el final de El método Keops (2022) y que encuentra a lo que queda de los protagonistas sentados quejándose en un banco de una plaza, concreta una buena síntesis de la película. Las líneas finales de Cavan y el cura resultan más que elocuentes:
-Hemos salvado al mundo, y nadie lo sabe — comenta Cavan
-No lo entenderían — responde el padre Ángel
Y es muy probable, lo absurdo al igual que lo genial a veces es difícil de entender.