Leopoldo Torre Nilsson: “Un pionero del cine moderno argentino” por Alejandro de la Fuente
Leopoldo Torre Nilsson: “Un pionero del cine moderno argentino”
Por Alejandro de la Fuente
“Yo quisiera que el cine sirviera para lograr una suerte de identificación del hombre de una nación con una geografía con un momento sociológico, es decir, que el cine plasmara una suerte de realidad que no fuera solamente de costumbre, sino que también fuera metafísico (…)”
Entrevista, televisiva A Fondo (1976)
Nacido en Buenos Aires en 1924 y fallecido en 1978 a los 54 años, Leopoldo Torre Nilsson fue, es y será una pieza imprescindible del llamado nuevo cine argentino. Hereda de su padre, Leopoldo Torre Ríos, la pasión por el cine y de su madre, Clara May Nilsson el amor por la lectura. Ambas serán el motor de su obra cinematográfica basada en adaptaciones de autores literarios: Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares, Roberto Arlt, Florencio Sánchez, Manuel Puig, entre otros.
Fue asistente de dirección de su padre en diecinueve filmes y colaborador en el guion de nueve de ellos. Debutó en la dirección con el cortometraje “El muro” (1947). En 1949 realizó su primer largometraje codirigido con su padre, “El crimen de Oribe” (1950), adaptación de la novela El perjurio de la nieve, de Adolfo Bioy Casares. En 1954 dirigió “Días de odio”, su primer largo, basado en el cuento Emma Zunz de Jorge Luis Borges. Obra particular dónde el autor comienza a representar elementos que el cine local – lleno de convencionalismo y moralidad – no visibilizaba. “Días de Odio” aborda en una pequeña y sólida historia, temas como: el padecimiento moral, la angustia existencial, la violencia masculina, la represión sexual, la incomunicación y el deseo de venganza. Además, la decadencia de la aristocracia vernácula, llena de hipocresía con su doble moral. Tópicos que acompañarán la obra de este autor. En referencia a sus mundos diegéticos, predominan climas pesadillescos de estilo expresionista, cargados de ambientes cerrados y claustrofóbicos que contrastan con los espacios abiertos de una geografía dónde Buenos Aires es su centro.
Desde el punto de vista técnico, el manejo del lenguaje cinematográfico es perfecto. Abundan los primeros planos y los planos detalle, pretende ver hasta el más mínimo gesto humano en los rostros de sus personajes y en las miradas su alma, su psicología más profunda. Se destaca también la voz en off, los flashbacks, el uso de los contrapicados y planos inclinados qué cargan de desequilibrio a sus retratados y sus mundos. La utilización de la música está siempre al servicio de sus climas dramáticos y al ritmo de sus relatos. En Torre Nilsson, el ambiente, la condición humana, la tierra y el lenguaje del cine se mancomunan para contar historias que antes el cine no contaba ni se animaba a mostrar: mujeres ultrajadas, el mundo prostibulario en “La Tigra” (1954), la transición de la adolescencia a la adultes, los traumas sexuales, el aborto, el ejercicio de la política y del poder oligárquico porteño, patriarcal y decadente que se refleja en “La casa del Ángel” (1957). Película premiada en Cannes dónde obtiene el reconocimiento de la crítica europea. La prestigiosa revista “Cahiers du Cinema”, la ubica dentro de las diez mejores películas de la época junto a las de directores como Ingmar Bergman y Kenji Mizoguchi. “La casa del ángel” tiene una puesta en escena dónde su actriz principal Elsa Daniel, evoca el drama, la inocencia y el martirio al mejor estilo de Carl Dreyer con su Juana de Arco.
Con la “Casa del Ángel” Torre Nilsson, por un lado, se consagra como autor llevando nuestro cine nacional al mercado internacional y por otro, forja una dupla creativa junto a su esposa Beatriz Guido, escritora que lo acompañará durante 27 años de su vida. Brindándole novelas, textos y sobre todo una mirada enriquecida sobre el universo femenino y la representación cinematográfica de heroínas. Fue gracias a ella que se comenzaron a incorporar en el cine roles femeninos de mayor profundidad, narrados desde una novedosa perspectiva para la época
Otros films en los que trabajaron juntos y en clave intimista, fueron «El secuestrador» (1958) y «La caída» (1959). «Fin de fiesta» (1960) película que fue seleccionada en el Festival Internacional de Cine de Berlín como candidato al premio Oso de Oro al mejor director. “La mano en la Trampa” (1961) galardonada en el Festival Internacional de Cine de Cannes con el Premio de la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica, entre otras. A esta altura, el cine de Torre Nilsson es aclamado y considerado como un autor con voz propia y singular a nivel internacional. No conforme con eso, lucha por conquistar el mercado local, cuyo éxito le era relativo salvo en la crítica y en sectores intelectuales de la clase media porteña.
Luchador del cine local, Torre Nilsson busco siempre no ser rehén de los productores que pudieran condicionar sus obras. Para hacer valer su mirada financiaba sus trabajos con sus éxitos en el extranjero y con películas por encargo (realizo tres películas para el mercado norteamericano) que el mismo las llamaba “momentos de crisis” dónde se refugiaba en la escritura.
Durante la década del 70 se vuelca hacia el cine épico-histórico, el mundo los héroes populares, el campo, los márgenes sociales y a personajes de nuestra historia argentina. «Martín Fierro» (1968), «El santo de la espada» (1970) y «Güemes – La tierra en armas» (1971), interpretadas todas por Alfredo Alcón. Con “Martin Fierro”, gana el Cóndor de Plata como mejor película de 1969. Es en esta trilogía dónde Torre Nilsson muestra su faceta más comercial y menos intimista a pesar de la perfección de su manejo técnico, sus construcciones dramáticas son menos elaboradas y muy apegadas desde lo argumental a la historia escolar oficial. La crítica lo fustiga, el público local lo adora, es un éxito en la taquilla, sus filmes romper récores históricos de espectadores en salas. Nilsson consigue el reconocimiento masivo en su propia tierra y con “Los siete locos” (1973) se cierra el círculo, es multipremiado tanto a nivel local (Cóndor de Plata), como en Festivales Internacionales de Cine (Oso de Plata en Berlín, Catalina de Oro en la India). El mayor reconocimiento obtenido en nuestro país fue una retrospectiva de su cine en el 17° Festival Internacional de Mar del Plata en (2002).
Torre Nilsson, en su corta vida fue escritor, realizador prolifero y productor de cine. Pero sobre todas las cosas, es y será un autor relevante dentro de la historia del cine argentino. Proyectó nuestro cine a los centros artísticos más importantes del mundo. Combinó el mundo de la realidad política nacional con el de la intimidad. Apostó a su mirada singular y profunda que no siempre fue comprendida. Entendió al cine como arte y como industrial e hizo todo lo posible por llegar a las grandes mayorías. Además, rompió con una manera de contar historias, amplió los márgenes de lo representable e influyó a nuevas generaciones de cineastas que vieron en él nacer algo nuevo, consciente y valiente. Un cine hecho de tierra y alma que interpeló e interpela a la condición humana.