Camila – Un trío sin límites: el amor, la pasión y la Fe por Candela A. Povedano
El avispero comenzó a removerse
“Pienso que hablar de nuestro pasado, de los errores, de los abusos, es la mejor manera para que no vuelvan a ocurrir”, palabras de María Luisa Bemberg (año 1987, en el ciclo televisivo Función Privada). María Luisa Bemberg nació el 14 de abril de 1922 en la ciudad de Buenos Aires, perteneciendo a la cuarta generación de la poderosa familia propietaria de la “Cervecería Quilmes”. Sus comienzos en la industria del teatro fluyeron en el año 1959 que, junto con Catalina Wolff, fundaron el “Teatro del Globo Porteño”. Con su condición de “mujer” es esos tiempos, aprovechó su posición tanto social como económica, para recibirse de directora y guionista de cine. También, expandió sus estudios internacionalmente con Lee Strasberg (uno de los fundadores del “Group Theatre”) en Nueva York.
En el año 1970, participó en la elaboración del guion de la película “Crónica de una señora”, dirigida por Raúl de la Torre y protagonizada por Graciela Borges. La talentosa actriz le había nombrado la historia de Camila O’Gorman, con la intención que la utilice para un proyecto fílmico. Sin embargo, nuestra directora no estaba preparada para sobrellevar semejante historia al público, por no poder enfrentar sus propios prejuicios ante la idea. No obstante, su evolución como persona y mujer le permitió reconsiderarlo cuando Lita Stantic, la productora de casi todas sus películas, le presentó la idea y el guion comenzó a escribirse. Fue así como, el 17 de mayo del año 1984, se estrenó “Camila”, película dramática y romántica basada en hechos reales. Protagonizada por la actriz Susana Raquel Pecoraro (“Allá lejos y hace tiempo”, 1978), Imanol Arias (“La muerte de Mikel”, 1980) y Héctor Alterio (“Todo sol es amargo”,1965). Y así comienza la revolución con una historia dramática de amor prohibido.
La ética del amor
En la primera mitad del siglo XIX, durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas, Camila O’Gorman (Susú Pecoraro) transitaba un momento decisivo en cuanto a su futuro. En esa época las mujeres tenían dos opciones: casarse o ser monja. La peculiar joven, amante de la literatura romántica, no le disgustaba la idea de casarse, solo que deseaba hacerlo por amor y no por la obligación sociocultural. Ignorando al pretendiente que estaba a su merced, Camila tenía sentimientos que chocaban dentro de ella, estallando en una naturaleza salvaje de exploración propia. Los sueños pervertidos rozaban su delicada piel, invadiendo todo su cuerpo de una lujuria pecaminosa. Ante sus frustraciones morales, se dirige a la Iglesia para confesarse, relacionando todo su despertar sexual como una infamia condenable.
Arrodillada en el confesionario, el cura contempla las palabras que salen de su boca como fuego en llamas sin poder contenerlas. Este mismo penetra la piel del representante de Dios, haciendo que sus ojos se dirijan a la hermosa joven. Camila al escuchar la voz de su confesor, se da cuenta que no es el Padre que ella conoce, y la vergüenza la atormenta inmediatamente. No solo por expresar sus pensamientos pecaminosos sino porque esa voz la poseyó. El padre Ladislao (Imanol Arias) es un padre jesuita que lo han trasferido desde Tucumán. Su presencia en el pueblo polemizó los sentimientos de Camila, admirando su valor de repudiar los incidentes por represión que se implementaban en esa época.
Cada uno lucha con su ética social y religiosa. Ella comprende que es un hombre de Dios y que el amor de él no le corresponde y, también, su relación sería un escándalo social, cultural, religioso y sobre todo político. Mientras él comprende que está comprometido con el “todopoderoso” y que debe expandir sus palabras a través de su voz. Sin embargo, el amor es el sentimiento supremo ante todo lo demás, opacando esos fantasmas que los persiguen, haciéndolos polvo o creencias sin sentido. El amor lo ciega todo, inclusive nuestros propios prejuicios.
«Yo tengo un compromiso, eso es una cosa que tengo conmigo mismo, que es una cosa como ética que es rescatar en la medida de lo posible personajes femeninos que sean alentadores, que sean creativos, que sean fuertes, que sean fuera de lo común. En decir, para contraponerme contra tanta vulgaridad en cuanto a las mujeres se refieren, por el cine hecho por varones, donde son generalmente clichés, lugares comunes que nada tiene que ver con la realidad de lo que somos las mujeres, ¿no?» (María Luisa Bemberg, 1987).
No es un cuento de hadas
Fugados de la sociedad y prisioneros de un amor sin calma moral, es así como vive esta pareja en una casa precaria en Corrientes. El Padre se deja atormentar por su ética, convirtiendo su historia de amor en una pesadilla sin salida. En cambio, Camila se disgusta consigo misma, no pudiendo evitar que su amor se desvanezca al igual que su futuro. Ante el deseo y la desesperación de obtener la aprobación de Dios, añoran un embarazo como señal, fruto de su lujuria que los ha llevado a este amor prohibido. Sin embargo, el destino se interpone en sus planes, siendo interceptados por un miembro de la Iglesia donde provenía el Padre Ladislao. A consecuencia, el escándalo Iglesia-Estado no tardó en hacerse notar. Por ende, a sangre fría, Rosas acosado por los opositores unitarios de Chile, toma la decisión de fusilarlos.
Dentro del calabozo lúgubre, húmedo y solitario, Camila se descompensa y es donde recibe la noticia que está embaraza. La esperanza de sus aliados de poder salvarla se desvanece inmediatamente al no poder lograr que la sentencia sea revocada.
Sin mirarse se sienten, un disparo y el vacío se hace notar. Ya no hay pecado, no hay amor, no hay ética ni moral, solo el silencio.
La bendición
«María Luisa Bemberg, ¿sos una feminista cabal, rotunda, intransigente o no?», consulta el entrevistador del programa Función privada. Ella con sus palabras armoniosas responde: «Yo creo que soy una mujer moderna, creo que soy una mujer lúcida y honesta, en finales del siglo XX es imposible no ser feminista». Antes de comenzar el rodaje de la película, María Luisa le presentó el guion al Padre y confesor de su padre, que lo visitaba todas las semanas para darle la comunión. Luego de unas semanas, la miro fijamente a los ojos y le dijo: “hija mía con mi bendición, esto puede ser una estupenda película”. En el transcurso de la entrevista, para darle un cierre a la polémica del “feminismo”, la icónica mujer declara: «Estamos empezando, yo no lo voy a ver, porque es lento como movimiento».
Obsérvalo, que lo estamos logrando.