Operación Dragón: A más de 50 años Bruce Lee sigue pateando cabezas por Claudio Marcelo Mion
A mediados de enero de 2015 los investigadores de la Universidad Northwestern de Illinois (EEUU), publicaron un estudio que detallaba la creación de un método para medir el interés artístico que es capaz “de asignar el grado de relevancia de una película con mayor facilidad y exactitud que los críticos de cine y que, además puede ser utilizado en otros campos como el científico”. En forma resumida el alcance del estudio indica que, a los pocos años de su lanzamiento, el algoritmo, iterando sobre los datos obtenidos del sitio web Metacritic, el sitio web de Roger Ebert, la IMDB, el Google Rank, y el entrecruzamiento de los datos de las redes sociales, permitiría determinar si la película sería un clásico o no. En los tiempos de la inteligencia artificial parece algo muy esquemático y carente de sensibilidad, pero si retrocederíamos en el tiempo hasta el 26 de julio de 1973, fecha que la Warner Bros estableció para el estreno de Operación Dragón (Enter the Dragon), y si la tecnología hubiese permitido utilizar este trabajo, estaríamos hablando hoy sin dudas de una de las películas más citadas de la historia. El filme de Robert Clouse, el última protagonizado por Bruce Lee antes de su muerte, es un clásico del cine, y también se convirtió en un fenómeno de la cultura pop y ha servido de influencia no solo a innumerables películas de acción sino también a la difusión mundial de las artes marciales, a directores de los más variados géneros e incluso al anime y a los juegos de video.
Fue la primera película de artes marciales chinas producida por un estudio de Hollywood, en asociación con la compañía Concord Production Inc., propiedad del propio Bruce Lee, que ya era una verdadera estrella antes de empezar la filmación. Nacido en California en 1940, se doctoró en Filosofía en la Universidad de Washington. Estudió el pensamiento de filósofos occidentales y orientales como Lao Tsé y Confucio, que lo condujeron a la creación de su sistema, el Jun Fan Gung-Fu, que luego evolucionó en conceptos físicos y filosóficos. Campeón de chachachá (si, también incursionó en el baile), fue además entrenador de muchas figuras de Hollywood, entre ellas Steve McQueen, Román Polanski y Sharon Tate. Tuvo un paso por la televisión, destacándose en la serie El avispón verde (The Green Hornet, 1966-67) con el personaje de Kato. Medio con cual se sintió defraudado ya que la propia Warner le robó su idea de una serie en la que un monje shaolin recorre el viejo Oeste, que luego sería la exitosa Kung-Fu (1972-1975), protagonizada por David Carradine. Antes de Operación Dragon ya había participado en varias películas, las mas importantes fueron El gran jefe (The Big Boss, 1971), Furia Oriental (Fist of Fury, 1972), y El regreso del dragón (Way of the Dragón, 1972), que también dirigió y que incluía una escena final de lucha en el Coliseo Romano con Chuck Norris. Siete veces campeón mundial de karate, el actor se rehusó a participar en Operación Dragon, porque, según dijo a la prensa en su momento, «perder una vez contra él en pantalla ya era suficiente».
La película cuenta la historia de Lee (Bruce Lee), un maestro formado en el templo Shaolin, que es reclutado por un agente de inteligencia británico para infiltrarse en un torneo clandestino de artes marciales que organiza en su isla privada el Sr. Han (Shih Kien). Renegado del templo, se sospecha que es el cerebro detrás de una red internacional de narcotráfico y trata de blancas. Lee además tiene una poderosa razón adicional, ya que por culpa del brutal guardaespaldas de Han, O´Hara (Robert Wall), su hermana Su Lin (Angela Mao Ying) debió quitarse la vida. En su travesía hacia el encuentro, Lee conoce a Williams (Jin Kelly), un veterano de la Guerra de Vietnam que justo antes de abandonar Estados Unidos fue acosado por un par de oficiales de policía blancos, a quienes golpeó y les robó el patrullero, y Roper (John Saxon), un burgués adicto al juego que debe una suma enorme de dinero a la mafia. Junto a ellos deberá sobrevivir en una lucha a muerte en el brutal torneo.
El guion de Michael Allin parece una película de James Bond, pero el personaje de Bruce Lee no tiene los dispositivos tecnológicos del agente secreto ni toma martinis, solo cuenta con sus puños y piernas. Por otra parte, la dirección de Clouse, un especialista en el cine de artes marciales, hace uso de todos los elementos característicos de este tipo de filmes, a lo simple de la historia le suma un gran trabajo en las escenas sin cortes de las escenas de lucha, los primeros planos de los rostros, la utilización de las cámaras lentas cuando la acción lo requiere, el uso del zoom abrupto en muchas tomas. También agrega, ubicándonos a principios de los años setenta, una naciente blaxploitation, sobre todo en personaje de Kelly, con peinado afro incluido, y que ya se había visto en películas como Shaft (Gordon Parks, 1971). Se suma también la banda sonora del argentino Lalo Schifrin (Misión imposible), propuesto por el propio Lee, que supo fusionar funk y música clásica para ambientar un filme de este tipo. Clouse siguió dirigiendo varias películas del género, sin mucho éxito, hasta que en 1978 pudo terminar el filme inconcluso de Lee, con varias escenas filmadas antes de su muerte, llamado El juego de la muerte (Game of Death).
La película fue un éxito descomunal, llegó a recaudar cuatrocientos millones de dólares para un presupuesto que no alcanzaba el millón. Sin embargo, Lee no pudo disfrutarlo, ya que falleció en circunstancias extrañas el 20 de julio de 1973, pocos días antes del estreno. La causa de la muerte al día de hoy sigue siendo un misterio. En forma oficial se dijo que se produjo a causa de un edema cerebral, posiblemente provocado por la reacción alérgica a un medicamento o por sobre medicación, ya que Lee sufría dolores de cabeza en sus últimos años. También la atribuyeron a un golpe de calor repentino, y por supuesto todas las teorías conspirativas que puedan imaginarse, desde un conglomerado de las mafias italiana, chinas y estadounidense, hasta que fue envenenado por su amante que trabajaba para una sociedad secreta.
Hay varias escenas de la película para el recuerdo, y que han servido como modelo para muchas películas de acción. Antes de los títulos, el personaje de Lee introduce los conceptos de su filosofía, primero en la charla con el gran maestro shaolin, a la pregunta “¿cuál es la mayor técnica que esperas alcanzar?, él le responde “no tener técnica”, “no hay adversario porque la palabra yo no existe”, “destruye la imagen y destruirás a tu enemigo”. Luego con un aprendiz del templo, un joven asustado al que enseña, con algún golpe incluido, “necesitamos contenido emocional, no ira”, “mira siempre a tu adversario, incluso al inclinarte”. Las secuencias de lucha con los guardias de seguridad de Han en las cuevas subterráneas de la isla, cuando Lee descubre lo que se escondía ahí, están filmadas de un modo notable, con Bruce repartiendo patadas y golpes con una precisión increíble, sin efectos visuales de ningún tipo (un jovencísimo Jackie Chan, no acreditado, recibió un golpe de un un palo que lo dejó desmayado en el piso).
También el uso que hace del nunchaku, el arma tradicional de las artes marciales asiáticas formada básicamente por dos palos cortos, a una velocidad que no parece de este mundo. Por último, y ya sobre el final, la mítica escena de la lucha de Lee y Han en la sala de espejos, que toma como referencia la del desenlace de La dama de Shanghái, la película de Orson Welles de 1947. Coreografiada por el propio Lee, como la mayoría de las escenas de acción, y con la ayuda del truco visual que escondía la cámara en un cubo de espejos, pone en imágenes las enseñanzas del principio de la película.
Su influencia en el mundo del cine y otras artes es inmensa. A los pocos años de su estreno la comedia absurda Locura yanqui (The Kentucky Fried Movie, 1977), de John Landis y con el primer guion para cine del trio Jim Abrahams, David Zucker y Jerry Zucker, ya parodiaba en su sketch más largo (casi media película) las escenas de lucha de Bruce Lee en la isla. El legado llegaría a su esplendor en la década del 80, con varios títulos y figuras que se convertirían en clásicos del género, una verdadera fiebre de películas de arte marciales, con muchos títulos que en la época dorada del VHS eran lanzados como “directo a video”. Entre las más recordadas tenemos a Karate Kid (John G. Avildsen, 1985), con la irresistible mezcla de filosofía oriental y la épica de Rocky, las primeras de Jean-Claude Van Damme, destacándose Retroceder nunca, rendirse jamás (1986), Contacto Sangriento (1988) y Kickboxer (1989) y dos míticas películas del legendario estudio The Cannon Group, de Menahem Golan y Yoram Globus, La justicia Ninja de 1981 dirigida por el propio Golan y El guerrero americano (American Ninja) de 1985. Quentin Tarantino, confeso admirador de las artes marciales, homenajeó a Bruce Lee y las escenas de lucha de Operación Dragón en Kill Bill: Volumen 1 (2003) y Kill Bill: Volumen 2 (2004), y lo hizo en forma muy explícita en el vestuario que luce en varias escenas Uma Thurman, un mono amarillo con franjas negras idéntico al que usó el californiano en El juego de la muerte. A su vez se presentó una controversia con la hija, Shannon Lee, por la forma en que retrató a Bruce Lee en la escena de la pelea con el personaje de Brad Pitt en Había una vez en Hollywood (Once Upon a Time in Hollywood, 2019), argumentando que era “una interpretación irresponsable del icono de las artes marciales” y dijo que “la película creó opiniones negativas sobre su padre”. El último gran héroe de acción, John Wick, también rinde homenaje a la película en John Wick 2: Un Nuevo Día Para Matar (John Wick: Chapter 2), con la pelea del personaje de Keanu Reeves en una sala de espejos similar a la de Lee con Han.
Hace unos años el creador de Dragon Ball, Akira Toriyama (fallecido en marzo de este año a los 68 años) manifestó en una entrevista que entre las varias influencias de su obra (sobre todo novelas y épicas japonesas del siglo XVII, las primeras obras de Disney, los comic de Superman, incluso Terminator), también aparece su amor por las películas de artes marciales y la admiración por Bruce Lee, que se refleja en la presencia de Goku, cuya mirada intensa e intimidante está inspirada en el protagonista de Operación Dragon. La mayoría de los juegos de artes marciales han tomado inspiración en la película, entre los más famosos están Street Fighter (con un personaje muy similar a Lee, llamado Feilong, que tiene las mismas marcas de cuchillas en su cuerpo que le infligió el villano Han) y Mortal Kombat (cuya trama es idéntica, un asesino que organiza todos los años un torneo de artes marciales en una isla secreta, y al cual sólo están invitados los máximos peleadores del mundo)
Estrenada el mismo año de El Exorcista (William Friedkin), Luna de papel (Peter Bogdanovich), American Graffiti (George Lucas) y Calles peligrosas (Martin Scorsese), Operación Dragón es una película que no solo revolucionó el cine de artes marciales, sino que ayudó a terminar en parte con la discriminación que sufrían los actores asiáticos en la industria del cine. Hoy todas estas películas son clásicas porque continúan influenciando a cineastas y audiencias por igual. Postergada por ahora su remake el legado de la película sigue vigente (el productor y director David Leitch, no acreditado en la primera de John Wick de Chad Stahelski, fue el que estuvo más cerca de concretarla en 2018). Considerada “culturalmente significativa”, fue seleccionada en 2004 para ser preservada en el Registro Nacional de Filmes de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, y la versión restaurada en 4K fue incorporada al catálogo del sello Criterion en 2020. Es difícil saber si la película se hubiese convertido en el fenómeno cultural que es hoy sin la muerte de su protagonista, pero a más de 50 años Bruce Lee sigue manteniendo su carácter de estrella, un fenómeno único e irrepetible, fascinando con su presencia en la pantalla imposible de dejar de ver.