Trainspotting: Una vez que el dolor se desvanece, es cuando comienza la verdadera batalla por Luciano Cundino
Trainspotting se estrenó en el Reino Unido el 23 de febrero de 1996 y recién llego a la Argentina el 1 de enero de 1997. Basada en la novela del escritor escoces Irvine Welsh, quien también tiene una aparición como “dealer” en la película. Esta cinta de producción escocesa fue un éxito tanto de público como de crítica y es considerada al día de hoy como un clásico indiscutible y un símbolo de la cultura pop.
En primera instancia, uno de los elementos claves de la película fue la selección de canciones que se podían escuchar a lo largo de las diversas secuencias. Desde bandas como Blur, Elastica, New Order y Joy División hasta artistas como Iggy Pop, Lou Reed y David Bowie. Cada una de las melodías le agrega un toque especial a las escenas, generando la atmosfera adecuada que rodea cada una de las diversas situaciones por la cuales estos cuatro amigos de Edimburgo tienen que atravesar.
Tal como lo dijo el periodista Owen Gleiderman para Entertaiment weekly en Julio de 1996 – “It would be hard to imagine a movie about drugs, depravity, and all-around bad behavior more electrifying than Trainspotting”. Hasta ese momento, la propuesta aidiovisual más audaz o radical que se había visto proveniente desde Europa era La naranja mecánica (A Clockwork Orange,1971) de Stanley Kubrick, e incluso hay personas que llaman a Trainspotting como “La naranja mecánica de los 90s” pero el foco de la obra de Danny Boyle es el consumo de drogas y los efectos que tienen en las personas que las consumen. A diferencia de la obra maestra de Kubrick que se basa en la violencia extrema y como esta no solo afecta a los protagonistas sino también a su entorno y a quienes la padecen. Pero ¿acaso no son también violentas y horrorosas las imágenes que vemos en Trainspotting? Claro que sí, desde planos imposibles dentro de jeringas hasta un bebe trepando por los techos girando su cabeza cual cuerpo poseído de Linda Blair en “El Exorcista”.
El director Danny Boyle venia de realizar su opera prima Tumbas al ras de la tierra (Shallow Grave,1994) Un interesante thriller para el cual había formado equipo con el guionista John Hodge y el productor Andrew McDonald, teniendo como uno de los protagonistas a Ewan McGregor. La buena acogida por parte de la crítica y algunos galardones fueron el puntapié inicial para comenzar un proyecto más ambicioso, con casi el mismo equipo de producción. El desafío era adaptar una novela cargada de drama pero con mucho humor negro y representar de una manera fehaciente la adicción a la heroína en la Edimburgo de finales de los 80s, aunque podemos afirmar que la película está ambientada en el momento en el cual se realizó, durante 1995 para ser más preciso.
Tal como se menciona en el libro “100 películas de la década de 1990” de Jurgen Müller, el filme fue el “evento cinematográfico de 1996, un largometraje pop británico promocionado con enormes carteles como si de un concierto de una banda de rock se tratara”. La comparación no podría ser más acertada teniendo en cuenta los trailers, los spots para tv y la gráfica utilizada en donde podíamos ver en orden alfabético a los personajes con sus respectivos nombres. Begbie, Diane, Sick Boy, Spud y Renton. En este grupo tenemos a un sociópata, una estudiante, un obsesionado con el James bond de Sean Connery, a un introvertido y a Renton, el personaje principal, el eje de la película. Quien trata de convencerse una y otra vez de no necesita de la heroína y mismo tiempo es capaz de meterse en el “baño más sucio de escocia”, más precisamente en un inodoro, en una de las secuencias más oníricas e increíbles de toda la cinta. Sin llegar a los 10 minutos de metraje ya podemos percibir que es una película que no va a dar respiro por varios factores como el montaje, el sonido y lo estrambótico de las actuaciones.
Hay otro personaje que no había tenido mucha exposición en la campaña promocional y es curiosamente uno de los que peor la pasa a medida que se van desarrollando los acontecimientos. Tommy, un personaje que parecía tener una vida bastante ordenada sin involucrarse en el consumo de drogas. Un personaje que quizá en primera instancia es testigo como nosotros, los espectadores, de la debacle de sus amigos a quien Renton trata de advertirle tanto a él como a nosotros que hagamos con nuestras vidas exactamente todo lo contrario que él y sus amigos hacen. Y esta línea se manifiesta apenas comenzada la cinta cuando escuchamos a Renton decir al ritmo de la canción de Iggy pop “Lust for Life”, que escojamos la vida, un empleo, una carrera, una familia y múltiples bienes materiales. Justificándose al final de su manifiesto en el que afirma que no necesita nada de eso ya que, a los ojos de Renton, “¿Quién necesita todo eso si tenés heroína?”
Exactamente 21 años después de ese bombazo se estrenó su secuela (Trainspotting 2, 2017). Basada libremente en la novela “Porno” también del mismo autor, Irvine Welsh. Esta continuación describía que fue de la vida de los personajes luego del final de la primera parte. Una segunda parte que fue discretamente bien recibida por la crítica y el público pero que no logro posicionarse por encima de su antecesora. Pero hay que admitirlo, quien no se acercaría nuevamente a ver una película con personajes tan magnéticos como los que inmortalizo Trainspotting.